La vulnerabilidad es la capacidad de abrirnos y mostrarnos como realmente somos, mostrar nuestras necesidades, sentimientos, experiencias y, a la vez, nuestras debilidades o heridas. Esta es la razón por la que muchas veces ocultamos el hecho de ser vulnerables ante alguna situación, pues nos hace sentir expuestos.
Lo cierto es que, lo ocultemos o no, somos vulnerables; al nacer es el momento en el que más vulnerables nos mostramos, pues necesitamos del cuidado y cariño de nuestros padres. Es decir, se crea un sentido de dependencia, en donde necesitamos de ellos para poder alimentarnos, vestirnos, bañarnos, ente otras tareas básicas.
La vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad
Cuando nos sentimos vulnerables, muchas veces lo comparamos con la debilidad, especialmente cuando se trata de expresar nuestros sentimientos a alguien más, pues corremos el riesgo de ser heridos o de que se aprovechen de nuestras buenas intenciones en un trabajo o en una relación.
Experimentar sensaciones de miedo, nervios, así como incertidumbre, es normal; en especial cuando se trata de una persona que acabamos de conocer o de un nuevo proyecto que vamos a iniciar.
Tal vez esas mismas sensaciones son las que nos permiten forjar relaciones fuertes y duraderas, así como experimentar felicidad en cada logro. Al final, toda decisión importante va acompañada de incertidumbre, pero pensar en el resultado que podría traer hace que valga la pena intentarlo.
Vulnerables ante Dios
Si le abrimos el corazón a Dios, lo ganamos todo. Él es el primero con el que nos debemos mostrar vulnerables, abrirle nuestro corazón y presentarle todo lo que hay dentro; presentarnos tal cual somos, incluidas nuestras imperfecciones. Él siempre repara nuestro corazón y nos da las herramientas necesarias para lograr nuestros propósitos.
El Papa Francisco explicó en una de sus homilías que "una de las cosas más difíciles en la vida es reconocer la propia vulnerabilidad". Por otro lado, enfatizó que "todos nosotros somos vulnerables, frágiles, débiles y necesitamos ser sanados". Aquel que nos da esa sanación es Dios mismo.
Parte de nuestra esencia
La académica Brené Brown, quien ha investigado el tema de la vulnerabilidad, compartió en una de sus charlas que "abordar la vulnerabilidad nos trae las cosas buenas que realmente queremos".
Esto quiere decir que es necesario que nos permitamos ser vistos y escuchados tal y como somos, sin compararnos o sentirnos insuficientes para lograr alguno de nuestros objetivos.
A partir de ahí, propone tres puntos esenciales que nos ayudarán a comprender y abordar nuestra vulnerabilidad
1Dejar ir lo “perfecto”
Muchas veces nos ponemos el alto estándar de tener que ser perfectos en todo lo que hagamos y nos importa demasiado la imagen que tenemos ante los demás; pero, siendo claros, la perfección no existe y no nos lleva ninguna otra parte más que a la decepción constante, enojo y vergüenza cuando algo no sale como lo planeamos.
2Alimentar la autocompasión
Piensa en ti, y trátate, como si fueras uno de tus amigo. Por lo general buscamos su bien y le decimos las cosas con respeto y cariño, no somos duros con ellos; de esa manera debemos apreciarnos y tratarnos a nosotros mismos.
3No reprimir las emociones
Cuando ocultamos nuestros sentimientos y emociones, lo único que estamos haciendo es generarnos un mal, pues nos llenamos de ansiedad, estrés y, en ocasiones, escapamos de esos sentimientos reprimidos por medio de algún vicio o mal hábito.
Reprimir tus emociones por miedo a sentirlas es como querer detener la lluvia con las manos; y tarde o temprano se verá reflejado en tu salud mental y física.
4Abrazar la alegría
Finalmente, este punto nos ayudará a entender que no podemos tener el control de todo y que, al ser humanos, somos vulnerables ante muchas cosas, pero lo importante es que, a pesar de ello, somos merecedores de experimentar alegría.