La sorpresa fue total en las gradas del estadio Roi Baudouin. "Quisiera darles una noticia", dijo el Papa Francisco al final de la Misa celebrada ante 40 mil fieles. "Cuando regrese a Roma, abriré el proceso de beatificación del rey Balduino". Este breve anuncio fue seguido de una salva de aplausos en las gradas.
El hombre que reinó sobre Bélgica desde 1951 hasta su muerte en 1993 fue una de las figuras inesperadas de esta visita del Papa Francisco. El sábado por la mañana, el nombre del rey Balduino volvió a aparecer en las noticias cuando el Vaticano reveló que el Papa había visitado la tumba del soberano. Es más, el servicio de comunicación oficial del pequeño Estado se tomó la libertad de comunicar las palabras pronunciadas por Francisco a las pocas personas presentes, en particular el Rey Felipe y la Reina Matilde.
El Papa alabó la "valentía" del monarca, que había optado por "dejar su puesto de rey para no firmar una ley asesina". En la cripta real de la iglesia de Nuestra Señora de Laeken, Francisco había pedido también la beatificación de este soberano temporalmente "incapacitado para reinar" por no haber ratificado la ley de legalización del aborto en 1990.
Las reacciones fueron fuertes, en particular por parte del Centre d'action laïque (Centro de acción laica), que calificó las declaraciones de "alucinantes" y denunció una "injerencia". El Palacio Real también pareció avergonzado por la publicidad dada a esta reunión "estrictamente privada", según un breve comunicado de prensa. Pero, a pesar del delicado contexto actual -en Bélgica se está debatiendo actualmente la ampliación del plazo para abortar-, el Pontífice argentino mantuvo el rumbo. En la Misa de este domingo, retransmitida por la televisión belga, expresó su deseo de que Balduino, "ejemplo de hombre de fe, ilumine a los gobernantes".
Ante los fieles, también pidió expresamente que sus obispos "se impliquen en esta causa". Aunque esta beatificación había sido mencionada por Benedicto XVI en el pasado, los obispos belgas no le habían dado prioridad, asegura una fuente. Aunque muy respetado, Balduino sigue siendo una figura divisiva en cuestiones sociales en Bélgica.
Pero, según otro observador, la Iglesia belga "sobre todo no quiere hacer olas". En una sociedad secularizada, en la que la institución está inmersa en escándalos de abusos sexuales, la opción de mantener un perfil bajo por esta causa puede haber sido la preferida.
Pero el Papa no quiso. Preguntado en el avión de regreso a Roma sobre su deseo de beatificar a Balduino, el Pontífice no negó en absoluto sus declaraciones anteriores. Al contrario, incluso llegó a calificar al rey de "santo", recordando su valiente gesto.
"Este hombre es un santo y el proceso de beatificación continuará", insistió.
Un largo proceso por recorrer
En solo 36 horas, el Papa ha vuelto a poner en el punto de mira a un monarca que, en marzo de 1990, escribió al Primer Ministro belga sobre el tema del aborto: "Este proyecto de ley me plantea un grave problema de conciencia". Defendiendo su libertad, añadió que su objeción de conciencia no significaba que fuera "insensible a la situación tan difícil, y a veces dramática, a la que se enfrentan algunas mujeres".
El proceso de beatificación de Balduino podría durar años, ya que la Iglesia debe primero atestiguar el carácter heroico de sus virtudes y declararlo "venerable". A continuación, Roma tendría que reconocer un milagro atribuido a su intercesión para que se convirtiera en "beato". Para la canonización será necesario un segundo milagro.
En 2000, Juan Pablo II declaró a Tomás Moro "patrón de los políticos". El canciller del rey de Inglaterra se había opuesto a Enrique VIII durante su divorcio, que iba a provocar la separación de Roma de la Iglesia en Inglaterra. Este fin de semana en Bélgica, el Papa Francisco no esperó a la canonización de Balduino para ponerlo como ejemplo para los gobiernos y obispos actuales.
