En la Iglesia, «no hay lugar para los abusos, y tampoco para encubrirlos», recalcó el Papa Francisco durante la Misa celebrada en el estadio Roi-Baudouin de Bruselas el 29 de septiembre de 2024. El pontífice argentino había cambiado su homilía tras reunirse el viernes por la tarde con un grupo de víctimas de abusos sexuales en la Nunciatura Apostólica.
Bajo un sol radiante y ante 40 mil personas, muchas de ellas jóvenes, el Papa Francisco hizo su entrada en el inmenso estadio del barrio de Heysel, que sigue siendo tristemente célebre por la tragedia que tuvo lugar en 1985 con una reyerta general que se saldó con la muerte de 39 personas. En las gradas, el domingo, miles de banderas belgas, así como de Líbano, Francia, la República Democrática del Congo y Brasil, dieron la bienvenida al papamóvil del Pontífice, de 87 años. Con una sonrisa en el rostro, se tomó su tiempo para bendecir a la multitud y a los pocos niños traídos por el servicio de seguridad.
En su homilía, el Papa Francisco comentó las palabras del Evangelio en las que Jesús advierte enérgicamente a sus discípulos contra aquellos a través de los cuales llega el "escándalo".
"Quien sea escándalo, piedra de tropiezo para alguno de los pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una de esas piedras de molino volteadas por asnos y lo arrojaran al mar", dijo ya en la primera frase de su sermón.
"Pensemos en todos esos pequeños que son golpeados y maltratados por quienes deberían ser responsables de ellos", dijo Francisco. Yendo mucho más allá del texto previsto, el Papa volvió sobre el drama de los abusos sexuales, uno de los grandes temas de este difícil viaje, durante el cual se reunió el viernes durante dos horas con 17 víctimas. Algunas de las víctimas, que habían expresado al Papa su frustración por la falta de atención de algunos obispos a su sufrimiento, habían dicho que esperaban que el pontífice argentino se pronunciara con fuerza en la Misa de esta mañana. El Papa respondió directamente.
"Recuerdo en mi mente y en mi corazón la historia de las personas vulnerables que encontré anteayer. Escuché su sufrimiento de personas abusadas y lo repito aquí: en la Iglesia hay lugar para todos, todos, pero todos seremos juzgados. No hay lugar para los abusos y tampoco para encubrirlos", insistió.
"Pido a todos que no encubran los abusos. Pido a los obispos que no encubran los abusos, que no los oculten. Los autores de abusos deben ser condenados y ayudados a recuperarse de esta enfermedad de los abusos", machacó el Papa entre los aplausos de los fieles, incluido el propio rey Felipe.
"El mal no debe ocultarse, el mal debe descubrirse, debemos saberlo", dijo, rindiendo un sentido homenaje a la “valentía” de los abusados que se han atrevido a romper el silencio.
El Papa también pidió que "el abusador sea juzgado, ya sea un laico, un sacerdote o un obispo: que sea juzgado". Bélgica se vio sacudida en 2010 por la revelación de abusos perpetrados personalmente por un antiguo obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, que ahora será apartado del clero en 2024, tras las peticiones urgentes en este sentido enviadas a Roma tanto por el gobierno belga como por los obispos en vísperas de la visita del Papa.
Retomando la homilía prevista, el Papa advirtió desde esta capital del corazón de Europa que "los monumentos de nuestra opulencia serán siempre gigantes con pies de barro". Y resumió su catequesis con esta advertencia: "Sin amor nada dura, todo se desvanece, se desintegra y nos deja prisioneros de una vida efímera, vacía y carente de sentido, de un mundo inconsistente que, más allá de sus fachadas, ha perdido toda credibilidad, porque ha escandalizado a los más pequeños".
Beatificación de la monja Ana de Jesús
La Misa fue también la ocasión para la beatificación de Ana de Jesús (1545-1621), monja carmelita española y estrecha colaboradora de la santa mística Teresa de Ávila, a quien ayudó a reformar la orden carmelita.
Tras introducir la orden reformada en Francia, Ana de Jesús fue enviada a Bruselas, desde donde fundó los monasterios de Lovaina y Mons, Amberes e incluso Cracovia. Se dice que el 10 de mayo de 1896 se apareció en sueños a Teresa de Lisieux, que atravesaba una crisis espiritual, para consolarla.
Actriz de un "gran movimiento de reforma", contribuyó a "levantar la Iglesia en un momento de grandes dificultades", dijo el Papa en su homilía. Adoptando una "vida sencilla y pobre", hecha de "oración, trabajo y caridad", ella y sus compañeras "lograron que muchas personas volvieran a la fe, hasta el punto de que alguien se refirió a su fundación en esta ciudad como un 'imán espiritual'", en presencia de monjas carmelitas que habían hecho una excepción a su voto de clausura para participar en esta misa en el estadio.
La cuestión del lugar de la mujer en la Iglesia y en la sociedad fue objeto de acalorados debates durante este viaje, en particular durante el encuentro del Papa con las universidades de Lovaina y Lovaina la Nueva. Ayer, la dirección de esta universidad francófona deploró públicamente la visión "conservadora" del Papa Francisco sobre el lugar de la mujer. En un comunicado publicado tras un discurso del Pontífice en el que explicó que las mujeres son "anfitrionas fecundas, cuidadoras, devotas vitales", la UCLouvain juzgó esta postura "determinista y reductora".
En una respuesta velada al estadio Rey Balduino el domingo por la mañana, el Papa Francisco ofreció a los católicos belgas el testimonio de Ana de Jesús como "modelo de santidad femenina". Sin embargo, en el estadio se produjo una discreta protesta, con algunas mujeres vestidas de blanco que se levantaban en silencio cada vez que hablaba una mujer -sobre todo durante las lecturas- para protestar contra la exclusión de las mujeres del sacerdocio.
(Imágenes) El Papa Francisco celebra una Misa multitudinaria en Bruselas
