La virtud de la paciencia es algo de lo que muchos carecemos, sobre todo en determinados momentos de la vida. Puede que haya momentos en los que le grites a tus hijos si te sientes un poco cansado o indispuesto; o puede que estés regañando en voz baja a alguien si tarda demasiado en pagar su café y necesitas ir a trabajar.
De hecho, ser paciente requiere tanta fuerza que se puede entender por qué se considera algo reservado para los santos. Y como los cristianos estamos llamados a ser santos, tal vez quieras intentar emular a los hombres y mujeres santos de la Iglesia. (Aunque no te asustes, hay santos que no siempre fueron tan pacientes, ¡san Cipriano es un ejemplo brillante !)
Los santos
Por lo tanto, si eres más un san Cipriano que una santa Mónica (quien es conocida por su increíble paciencia durante décadas hacia su hijo desobediente, san Agustín), entonces podrías inspirarte en la Biblia para darte cuenta de cómo la paciencia da sus frutos.
Si observamos algunas citas sorprendentes de la Biblia, que siempre ayudan a aclarar las cosas, podemos ver que algunas figuras bíblicas clave tuvieron que esperar no días, sino meses o incluso años para que se cumplieran las promesas o se respondieran las oraciones... a menudo vemos que ¡esperaron décadas!
La paciencia en números
José, por ejemplo, tuvo que esperar 13 largos años antes de ser liberado y nombrado gobernador de Egipto. Abraham esperó un cuarto de siglo para dar la bienvenida a su hijo Isaac a la familia, cuando ya tenía 100 años. Y en cuanto a Moisés... su espera de 40 años en el desierto demostró una fortaleza fenomenal.
El Nuevo Testamento también está lleno de personajes que tuvieron que esperar un tiempo que debió haber sido angustioso para que sus oraciones fueran respondidas. Pensemos en Isabel, la madre de Juan el Bautista. Se decía que era estéril y tuvo que esperar hasta su vejez antes de ser bendecida con el primo de Jesús.
Por último, pensemos en Jesús. Esperó unos impresionantes 30 años antes de poder comenzar su ministerio público; es decir, hasta la hora que su Padre Celestial había decidido.
Por lo tanto, si necesitas un recordatorio para ser paciente y confiar en el tiempo de Dios, simplemente recuerda a los hombres y mujeres santos que te precedieron y que, no solo mostraron una tremenda fe y paciencia en la voluntad de Dios, sino que, gracias al tiempo, recibieron o hicieron cosas incluso mayores de las que podrían haber imaginado.