“Hay cosas para las cuales no existen palabras adecuadas que permitan expresar un mar de emociones y dimensionar con ellas la grandeza del amor de Dios”. Lo afirma Rosa María Ramírez al conversar con Aleteia sobre la beatificación del sacerdote Moisés Lira Josefín, de la que es protagonista.
Y es que fue por su hija, Lisette Sarahí, por quien intercedió el religioso mexicano para alcanzar de Dios lo que la iglesia católica califica como milagro: la curación plena, inmediata y “científicamente inexplicable” de la niña.
Recuerda bien el momento, aunque han pasado dos décadas. Fue muy duro escuchar el diagnóstico, en plena gestación, de que su hija sufría un tipo específico de hidropesía fetal que causa muerte precoz.
El pronóstico era devastador. Aún si sobreviviera, los estudios médicos estimaban que sufriría complejos problemas de orden genético o, peor aún, lesiones a nivel cerebral, pulmonar o cardíaco.
Sin embargo, ella se encomendó al religioso y le pidió ayuda con particular cercanía, como se lo suplicaría a un amigo… ¡Y él la ayudó! Hoy, la joven es saludable y estudia un área que le apasiona profundamente: Diseño Digital, en lo que espera profesionalizarse.
La Iglesia Católica en México ha organizado una agenda de actividades para celebrar el ascenso a los altares del sacerdote, un religioso que fundó la Congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada.
Confiesa que han sido días de mucha actividad de gran impacto emocional. En este aspecto, sostiene conmovida: "Jamás creí vivir esto tan bonito, y quizá ni sabe uno cómo manejar estas experiencias tan especiales derivadas de la intervención divina".
“La pequeñez y la humildad nos hacen grandes…”
“Podría decir que quería comprender la magnitud de tal acontecimiento, pero llegué a la conclusión de que hay cosas que no se pueden expresar con palabras (…) En la medida de lo posible lo disfruté, y me siento muy amada por Dios y muy agradecida de haber sido escuchada por Él a través de nuestro beato Moisés Lira Serafín”, comentó tras la ceremonia de beatificación.
Con respecto a lo que siente al ver que el sacerdote es oficialmente beato tras la compleja aprobación del milagro obrado por Dios en su hija, Rosa María dijo sentirse especialmente feliz:
“Siento mucho gozo, mucha satisfacción de haber sido un instrumento de Dios para que él llegara al lugar que se había ganado por sus virtudes y obras de amor; pero, sobre todo, me deja una gran enseñanza sobre la importancia de la filiación divina: la pequeñez y la humildad; eso nos hace grandes ante Dios”.
“Por lo tanto, siento el compromiso de darlo a conocer, de practicar sus enseñanzas y de seguir pidiendo su intercesión por mis necesidades y las de tantas personas necesitadas de sus favores”, detalló.
Rosa María insiste en que se siente “más que bendecida”; y con total convicción, reitera: “Sé que todo esto ha sido una gracia que Dios nos ha regalado”.
Intercesor por mujeres en gestación
Consultada acerca de cómo interpreta el hecho de que el padre Lira apoye específicamente a mujeres en gestación, estimó que muy probablemente esté vinculado con la particular dificultad que habría sufrido durante su niñez, por la pérdida temprana de su madre.
“Creo que él, al ser huérfano muy chico, llegó a sentirse indefenso y solo por la ausencia de sus padres. Así, pienso que él ve por los desprotegidos y por los más pequeñitos”, opina.
Sobre el sentimiento más lindo que le abraza en estos momentos, dijo que “ha sido el saberme tan amada por Dios y que a pesar de mis limitaciones y de mi nada Él pusiera sus ojos en mí, en mi familia, para concedernos esta gracia; y el hecho de que en medio del caos de cosas que a veces vivimos, aún Dios nos muestra sus bondades con caricias como esto que acabamos de vivir”.
Como resultado de su desespero tras el diagnóstico estando embarazada, ella eligió una forma particularmente cercana de hablarle al ahora beato. Pero también fue perseverante, constante e insistente en la oración.
Por ello, les sugiere hoy a las mujeres y hombres que esperan la intercesión del padre Lira:
“No desistan a pesar de no obtener una respuesta inmediata, y aunque no sea fácil aceptar con paz la voluntad de Dios; reconocer que Él sabe lo que mejor nos conviene, aunque nosotros no lo entendamos”.
Finalmente, insiste en la necesidad e importancia de “pedir mucho a Dios que nos aumente la fe para acercarnos confiados, primero a Él y después a sus amigos intercesores, como yo lo hice con el amigo Moisés”… “en total abandono a la voluntad del Padre”.