La Pasión de Cristo, nuestro Señor, fue el culmen de la obra de la salvación pensada por el Padre desde el origen de la humanidad, en la que fueron perdonados todos los pecados de la humanidad de todos los tiempos. Un hecho imposible de entender por nuestro limitado entendimiento, pero que es fuente de gracia inagotable. Además, ha dejado para nosotros cinco ejemplos de virtudes que debemos adaptar a vida, tal como lo ha meditado santo Tomás de Aquino:
1Ejemplo de caridad
Diserta santo Tomás sobre la obra de Cristo en la Cruz, porque no hay prueba de amor más grande que esta:
'"Ninguno tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos' ( Jn 15,13). Y eso lo hizo Cristo en la Cruz. Y por eso, si Él dio su vida por nosotros, no nos debe parecer grave soportar por Él cualquier (clase de) males: '¿Qué pagaré al Señor por todas las cosas que él me dio?' (Sal 116,12)".
2Ejemplo de paciencia
La paciencia de Cristo en la Cruz fue un ejemplo de paciencia excelentísimo, pues pudiendo evitar el sufrimiento, decidió soportarlo:
"Es pues grande la paciencia de Cristo en la Cruz: 'Corramos por la paciencia al combate que se nos propone, mirando a Jesús, el autor y consumados de nuestra fe, quien, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la Cruz, despreciando la confusión' (Heb 12,1-2)".
3ejemplo de humildad
Para santo Tomás no hay ejemplo de humildad más grande que la del Hijo de Dios siendo juzgado por Poncio Pilato y condenado a una muerte ignominiosísima:
"El Señor quiso morir por el siervo; la vida de los ángeles, por el hombre: 'se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz'. (Flp 2,8)".
4Ejemplo de obediencia
Comenta el santo que, si buscas un ejemplo de obediencia:
!Sigue a Aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte: 'Así como por la desobediencia de un hombre muchos vinieron a ser pecadores, así por la obediencia de uno vendrán a ser justos muchos' (Rom 5,19)".
5ejemplo de desprecio de las cosas terrenas
Finalmente, Jesús nos da un ejemplo que cuesta mucho seguir en estos tiempos: el desprecio por las cosas terrenas, como alaba santo Tomás:
"[...] el Rey de reyes y Señor de los señores, en el cual están los tesoros de la Sabiduría [...]en la Cruz fue desnudado, ultrajado, escupido, golpeado, coronado de espinas, abrevado con hiel y vinagre y muerto. Así es que no te apegues a los vestidos y a las riquezas, 'porque se dividieron entre sí mis vestidos' (Sal 22,19). no (te apegues) a los honores, porque 'yo experimenté desprecios y azotes'; no (te apegues) a las dignidades, 'porque, trenzando una corona de espinas, me la pusieron en mi cabeza'; no (te apegues) a las delicias, pues 'en mi sed me abrevaron con vinagre' (Sal 69,22).
Que el Espíritu Santo nos ayude a desear seguir el ejemplo de nuestro Salvador.