Perdonar es un proceso a veces difícil y largo; pero es posible hacer algo más que dejar pasar el tiempo para llegar al perdón auténtico. Por ejemplo, estas 5 cosas que propuso el doctor en Filosofía y en Teología Fundamental Serafín Béjar en unas jornadas sobre las heridas, el perdón y la reconciliación celebradas en La Seu d’Urgell (España) del 29 al 30 de agosto de 2024.
1Determinar no vengarse
Con la venganza todos salen perdiendo, la víctima y el que ofendió, porque provoca una espiral negativa de límites desconocidos.
2Introspección
Una ofensa genera un huracán interior que hace reabrir las heridas interiores. Es necesario poner la atención en lo que está pasando en mí. Cuando no hay introspección, acabamos acusando a nuestro "verdugo" de todo el dolor que sentimos.
Mirar la herida propia es doloroso, por eso es fácil caer en distracciones: activismo (volcarse en el exterior), victimización, jugar al héroe (estoy bien), autoculparse desde la baja autoestima o pensar en la venganza.
¿Qué posibilita la introspección? Mirar la propia vulnerabilidad para perdonarse a uno mismo y ser capaces, entonces, de perdonar al otro.
3Creatividad
Frente a la repetición de lo idéntico (la venganza), la imaginación de lo nuevo (que te libere de la repetición de la memoria) ayuda al perdón.
Se trata de encontrar un enclave distinto en el que el agresor y tú puedan reencontrarse. No es olvidar el pasado, sino innovar, abrir la posibilidad de un futuro distinto a lo impuesto por el pasado o por la memoria.
4Reenfocar la visión de mi ofensor
Habitualmente, quizás para tranquilizarnos, deformamos al que nos ofendió y vemos al verdugo como un monstruo. Pero es posible reenfocar esta visión y ver en él a un ser herido como yo, capaz de cambiar.
Si lo logramos, el perdón, además de descargar del dolor propio, nos descarga de un juicio implacable.
5Abrirse al regalo de la misericordia de Dios
Perdonar, etimológicamente, tiene que ver con el don, con lo gratuito.
El perdón acontece allá donde la misericordia de Dios se topa con un corazón dispuesto a colaborar. Si te abres al don, ni solo humano, ni solo divino, es posible llegar a ese punto donde no soy yo el que quiere perdonar, sino que es el perdón mismo el que toma posesión de mí.
En contraposición a estas 5 cosas que ayudan a perdonar, Serafín Béjar llamó la atención sobre "falsos perdones" que pueden dificultar el verdadero perdón:
1Perdonar no es olvidar
En realidad, si no recuerdas la ofensa, no tienes la posibilidad de perdonarla.
2Perdonar no es negar
Puedes decirte a ti mismo rápidamente: "estoy bien, ya he perdonado". Pero el perdón no es un automatismo. Hay que canalizar la ira o la frustración antes de dar el perdón.
3Perdonar no es voluntarista
El perdón no es algo mágico, hay que tener en cuenta el grosor de la herida.
4Perdonar no es una obligación
Se requiere una atmósfera que propicie un acto libre.
5Perdonar no es borrar lo sucedido
Mejor que hacer como si no hubiera pasado nada es aprovechar el conflicto para reconstruir la relación sobre bases más sólidas. Por ejemplo, ante una infidelidad preguntarse: ¿qué llevó a ella? Y reconstruir la relación sobre la realidad
6Perdonar no supone siempre restablecer el vínculo
Por ejemplo, cuando hay violencia en una pareja, perdonar no significa volver al contacto físico que puede resultar un riesgo.
7Perdonar no supone renunciar a nuestros derechos
A veces podemos decir: "No quiero nada tuyo, te perdono" y esto puede perpetuar ciertas injusticias.
8Perdonar no es quedar por encima
Algunos perdones humillan más que liberar. La atmósfera propicia para un perdón verdadero siempre es la humildad.