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Nuestra Señora de Akita: el día que falleció su vidente

Hermana Agnes, Akita
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Philip Kosloski - publicado el 27/08/24
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Sor Agnes Sasagawa, vidente de Nuestra Señora, falleció el 15 de agosto de 2024, a los 93 años, en Akita, Japón

Sor Agnes Sasagawa falleció el día de la Asunción debido a diversas dolencias dentro del convento en el que vivió durante muchos años. Según el Instituto de las Esclavas de la Sagrada Eucaristía, fue debido a diversos problemas médicos. Tenía 93 años y era conocida como vidente por sus supuestas visiones de Nuestra Señora, la Virgen María.

Se dice que la Hna. Agnes Sasagawa comenzó a recibir visiones celestiales en un convento situado en Akita, Japón, el 12 de junio de 1973.

Al principio vio seres angelicales adorando la Eucaristía, pero luego, el 6 de julio de 1973, Sasagawa vio una estatua de madera de la Virgen María que le hablaba, transmitiéndole un poderoso mensaje similar al que recibieron los tres niños pastores en Fátima, Portugal.

La imagen de la Nuestra Señora que llora y sangra

Poco después, la estatua empezó a sangrar y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Unas 2 mil personas presenciaron las lágrimas que salían de la estatua y el líquido fue recogido y enviado a un laboratorio para su análisis.

Un profesor del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Akita estudió el líquido, así como un especialista forense no cristiano, el Dr. Kaoru Sagisaka. Se confirmó que la sangre era de origen humano, al igual que las lágrimas.

Tras una larga investigación, el obispo local, John Shoojiroo Ito de Niigata, aprobó que la aparición era de origen sobrenatural y "digna de fe".

Mensaje inquietante

El mensaje principal de Nuestra Señora, dado a Sor Agnes Sasagawa, era similar en contenido a las apariciones de Fátima. Los mensajes se centraban en rezar el Rosario y hacer penitencia por los pecados de la humanidad para asegurar la paz en el mundo.

También reveló un mensaje inquietante, semejante al de Nuestra Señora de Fátima, explicando un periodo de prueba que la Iglesia iba a sufrir:

"La obra del demonio se infiltrará incluso en la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y combatidos por sus hermanos … iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de los que aceptan compromisos y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas para que dejen el servicio del Señor … Rezad mucho las oraciones del Rosario. Solo yo puedo salvaros todavía de las calamidades que se acercan. Los que confían en mí se salvarán".

El Vaticano no ha hecho ninguna declaración oficial sobre las apariciones y ha permitido que se mantenga la proclamación anterior del obispo.

Los católicos no están obligados a creer en revelaciones privadas, ni siquiera en las que el Vaticano considera dignas de fe.

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