Puede resultar tentador centrarse en un aspecto concreto de la vida espiritual, descuidando otros aspectos importantes.
El problema es que la vida espiritual es compleja y está interrelacionada, lo que significa que todo está conectado.
San Gregorio de Nisa deja claro este punto en su Tratado sobre la perfección cristiana, destacando tres principios espirituales concretos:
La vida del cristiano tiene tres aspectos distintivos: obras, palabras y pensamiento.
En primer lugar, explica la importancia del pensamiento, que influye tanto en las palabras como en las acciones:
Primero viene el pensamiento, luego las palabras, ya que nuestras palabras expresan abiertamente las conclusiones interiores de la mente. Por último, después de los pensamientos y las palabras, viene la acción, pues nuestros actos llevan a cabo lo que la mente ha concebido.
Prioridad de atención
Por eso san Gregorio sugiere que primero hay que trabajar los pensamientos, ya que afectan a todo lo demás:
Por eso, cuando uno de ellos se traduce en nuestro actuar o hablar o pensar, debemos asegurarnos de que todos nuestros pensamientos, palabras y obras estén controlados por el ideal divino, la revelación de Cristo. Porque entonces nuestros pensamientos, palabras y obras no estarán por debajo de la nobleza de sus implicaciones.
Examinar nuestras vidas
Si deseamos progresar en la vida espiritual, debemos examinar estas tres áreas para discernir si estamos procediendo desde las intenciones adecuadas:
¿Qué debemos hacer, pues, nosotros que hemos sido hallados dignos del nombre de Cristo? Cada uno de nosotros debe examinar sus pensamientos, palabras y obras, para ver si se dirigen hacia Cristo o se apartan de Él.
No basta con refrenar la lengua o hacer buenas obras. Debemos armonizar nuestra vida espiritual, para que nuestros pensamientos, palabras y obras glorifiquen a Dios en una hermosa unidad.