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No solo tu tiempo, también tu vida tiene que ser de calidad

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Mónica Muñoz - publicado el 31/01/24
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Estamos acostumbrados a escuchar que hay que dar tiempo de calidad a los hijos, sin embargo, toda nuestra vida debe ser de calidad

El tiempo es de Dios, por lo tanto, perderlo se convierte en una ofensa al Señor, quien nos ha permitido vivir y aprovecharlo para nuestro bien. ¿Cuántos años vamos a vivir? no lo sabemos, pero lo que sí tenemos seguro es que "la muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo" (CEC 1021).

Esto quiere decir que lo que hagamos con los años que Dios nos dé, debe ser de máximo provecho, pues una vez concluido ese lapso, no habrá forma de recuperarlo. Sencillamente, nuestras obras deben dar gloria a Dios y ayudarnos a alcanzar la santidad.

Tenemos una vida solamente

El Salmo 90 nos recuerda: "Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría" (Sal 90, 12). Quien desperdicia su vida en entretenimientos vanos, sin darle el verdadero valor que tienen esos momentos, tarde o temprano se arrepentirá.

Dejar para después las buenas obras, las oportunidades para construir relaciones o para resolver problemas con los demás, se arriesga a no que no se repitan.

Por eso, es indispensable priorizar nuestras actividades, y sobre todo, anteponer nuestras relaciones interpersonales, especialmente las que mantenemos con nuestra familia, amigos, y antes que nada, con Dios.

Karmen Meze

Una vida de calidad

Desde hace unos años, cuando los padres de familia comenzaron a trabajar muchas horas y dejaban a sus hijos encargados con otras personas, se decía insistentemente que había que compensarlos dándoles tiempo de calidad.

Hay que reforzar la idea comentando que no solo se trata de dar tiempo, sino de hacer que toda nuestra vida se convierta en calidad pura para todo lo que nos corresponda realizar, especialmente en lo que toca a nuestra relación con el Señor, porque a Dios no podemos darle pedacitos de lo que le corresponde por derecho.

Nuestra conducta tiene consecuencias

Además, es necesario estar conscientes de que, lo que hagamos o dejemos de hacer, tendrá repercusión en nosotros y nuestro entorno, por eso, hagamos caso de las recomendaciones de San Pablo:

"Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos. No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor (Ef 5, 15-17).

Que Dios nos ayude a corresponder a su amor.

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