Estamos en pleno tiempo de Adviento y la Iglesia nos ofrece en el Oficio de Lectura una hermosa reflexión sobre la Anunciación escrita por san Bernardo de Claraval. En su sermón, san Bernardo imagina al mundo entero esperando la respuesta de la Virgen María al ángel Gabriel:
"Has oído, oh Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo; has oído que no será por el hombre, sino por el Espíritu Santo. El ángel espera una respuesta; es hora de que vuelva a Dios, que lo ha enviado. También nosotros esperamos, Señora, tu palabra de compasión; la sentencia de condenación pesa sobre nosotros".
Los patriarcas del Antiguo Testamento
Pero luego va un paso más allá y considera lo que Adán y los patriarcas del Antiguo Testamento habrían estado pensando, si estuvieran contemplando la escena:
"Te lo suplica Adán lloroso con su familia afligida, oh Virgen amorosa, en su destierro del Paraíso. Te lo suplica Abraham, te lo suplica David. Te lo piden todos los demás santos patriarcas, tus antepasados, mientras moran en el país de la sombra de muerte. Esto es lo que espera toda la tierra, postrada a tus pies. Hace bien en hacerlo, pues de tu palabra depende el consuelo de los desdichados, el rescate de los cautivos, la libertad de los condenados, es más, la salvación de todos los hijos de Adán, de toda tu raza".
Además, san Bernardo pone de relieve en sus escritos lo mucho que dependía de ese único "Sí" a Gabriel. La salvación del mundo entero dependía de su respuesta:
"Responde pronto, oh Virgen. Responde apresuradamente al ángel, o más bien a través del ángel al Señor. Responde con una palabra, recibe la Palabra de Dios. Di una palabra, concibe la Palabra divina. Respira una palabra pasajera, abraza la Palabra eterna".
Nuestra propia respuesta
Y aunque nuestra propia respuesta a Dios no sea tan trascendental, podemos imaginarnos estas palabras finales dirigidas a nosotros, animándonos a decir "Sí" a Dios en nuestras propias vidas:
"Mira, el deseado de todas las naciones está a tu puerta, llamando para entrar. Si pasara de largo a causa de tu tardanza, con dolor empezarías a buscarle de nuevo, a Aquel a quien ama tu alma. Levántate, apresúrate, abre. Levántate con fe, apresúrate con devoción, abre con alabanza y acción de gracias. He aquí la esclava del Señor, dice, hágase en mí según tu palabra".