Esta época del año es esperada por muchos; chicos y grandes sienten ya el ambiente festivo que significa el fin de año y el preámbulo de la Navidad. Para los países anglosajones, el Halloween es parte de su cultura y esto es poco entendido por los países de habla española, que, por otro lado, festejan el Día de Muertos; y mejor aún, los países católicos, que celebran la fiesta litúrgica de Todos los Santos y los Fieles Difuntos.
Sin embargo, aunque para muchos pueda parecer obvia la diferencia, conviene destacar algunos puntos que las distinguen.
Origen del Halloween y del Día de Muertos
En principio, el Halloween tiene sus raíces en una celebración pagana de origen celta llamada Samhain, que simbolizaba el fin del verano y de las cosechas, en la que los druidas hacían fogatas y conjuros para alejar a los espíritus y hacer adivinaciones.
A su vez, la gente dejaba comida en sus puertas para que los espíritus malos se fueran contentos y hasta usaban máscaras para no ser aterrorizados por ellos.
Por su parte Día de Muertos tiene sus raíces en las costumbres prehispánicas. Cuando moría alguien, en los pueblos originarios de América, se hacía una fiesta y se sepultaba al difunto junto con algunos objetos y comida para acompañarlo durante su viaje al Mictlán o lugar de los muertos; un día determinado, preparaban una ofrenda para que sus familiares, que regresaban una noche, pudieran comer y beber lo que les gustaba en vida.
¿Cómo llegó la costumbre hasta nuestros días?
Cuando los pueblos celtas fueron cristianizados, no desapareció del todo el Samhain. En el siglo VII dC, el Papa Bonifacio IV estableció el Día de Todos los Santos, que originalmente era el 13 de mayo y después se trasladó al 1 de noviembre, llamándose All-hallows Eve (Víspera de Todos los Santos), lo que según algunas versiones, se contrajo a la expresión Halloween.
En el siglo XVIII, los emigrantes irlandeses (celtas) que llegaron a América, llevaron entre sus tradiciones el Halloween, y aunque fue prohibido durante mucho tiempo por las autoridades de Nueva Inglaterra -de tradición luterana- por sus coquetos con el satanismo, se mezcló con otras creencias indias para, finalmente, evolucionar y perder la tradición cristiana.
A su vez, cuando llegaron los misioneros católicos de España a América, agregaron elementos cristianos a las ofrendas indígenas, que ya contenían sahumerios con copal y comida, así como flores, veladoras y cruces.
Actualmente pueden verse bebidas de toda clase, pan de muerto, imágenes de santos y fotografías de los difuntos, además de tapetes multicolores de aserrín y papel picado, con lo que se adorna el altar para honrar la memoria de los que ya partieron.
En muchos lugares se conserva su sentido cristiano, pues en panteones y templos se celebran misas por los difuntos, se rezan rosarios y se colocan las ofrendas durante las fiestas litúrgicas del 1 y 2 de noviembre, recordando a Todos los Santos y a los Fieles Difuntos.
¿Cómo son estas fiestas en la actualidad?
Cabe destacar que desde el lanzamiento de la película Coco, el Día de Muertos se dio a conocer mundialmente, por supuesto, con una marcada connotación de fantasía, llamando la atención de propios y extraños por el colorido y el sentido de pertenencia hacia el seno familiar.
Anteriormente, la cinta Spectre -protagonizada por el actor Daniel Craig- en la que se exhibe un desfile de personajes relacionados con esta festividad, tuvo un impacto tan grande que, desde entonces, se celebra este desfile en la Ciudad de México y en otros estados de la República.
Con todo lo anterior, esta fiesta de día de muertos ha tomado un sentido más secular, mezclándose, incluso, con el Halloween, donde todos se disfrazan y gozan de fiestas que nada tienen de cristiano.
La actitud de los católicos frente a estos festejos
Recordar a nuestros familiares y seres queridos que ya no están con nosotros está bien, por eso la Iglesia ha dispuesto, incluso, que se puede ganar la indulgencia plenaria por ellos en estos días, pero lo que verdaderamente importa para los católicos es recordar que todos tendremos el mismo fin y que nuestro destino eterno es alcanzar la vida con Aquel que es el Señor que vendrá a juzgar a vivos y muertos.