En el distrito donde se encuentra la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona viven 264.000 personas y duermen cada día en la calle unos 300 sin techo. En ellos se fijó un joven del barrio, Óscar Proc Blanchart.
Solo tenía 15 años, pero decidió que les llevaría algo de comer al anochecer. Y así lo ha hecho durante cuatro años. Cada día.
Después de sus clases y sus actividades deportivas, que combina con un "trabajillo" de cuidar y enseñar a niños, vuelve a casa.
Y ahí prepara unas bolsas con bocadillos y sale con su patinete a repartirlas entre los indigentes que encuentra por el barrio.
Un vínculo profundo
Poco a poco les ha ido conociendo, ha ido descubriendo los lugares donde suelen dormir y estableciendo un vínculo que le ha llevado incluso a abrir las puertas de su casa a algunos de ellos.
También ha contactado con algunos establecimientos del barrio para recoger al final del día los alimentos sobrantes.
Estos enriquecen sus lotes, en los que en ocasiones especiales añade notas, un dibujo o algún detalle personalizado.
Óscar asegura que esta pequeña acción de ayuda a los necesitados le da paz y se siente realizado:
"Cuando me acerco a José Antonio, a Pepe,... veo a Jesús en ellos y no solo les doy comida sino que conversamos, me cuentan su vida, su historia.
Por ejemplo, el día de Pascua fue muy bonito. Había un grupito y les pregunté: ¿sabéis qué día es hoy?"
Y uno me dijo: "Sí, Domingo de Resurrección?". "¿Y qué pasa este día?", continué, y les expliqué: "Que Jesús ha muerto y resucitado por mí y por vosotros".
Y me dijo uno de ellos: "Sí, y gracias a eso tú estás aquí hoy y nos das un bocata, como un ángel".
Me quedé congelado con esa frase. Ahí acabé de entender que hay Alguien detrás que lo está moviendo todo. No es solo un chico, sino Dios ayudando al prójimo".
La otra gran pasión de Óscar, la sanidad
Óscar ha crecido ayudando a los demás. Cuando era pequeño, en el colegio estaba encantado de explicar la lección a los compañeros que no la habían entendido.
Entre las muchas actividades que realizaba, se apuntó a un voluntariado en el Hospital San Juan de Dios de Barcelona, para acompañar a niños con cáncer y a sus familias.
Ahí descubrió su vocación a la enfermería. A ella le dedica casi todo el día: estudiando en la facultad de Enfermería por las mañanas y haciendo prácticas en el hospital por las tardes.
Y en el futuro se ve "cien por cien trabajando en el hospital como enfermero, ayudando a mis pacientes, a las familias".
Óscar no para de hacer cosas y siempre tiene una sonrisa y mucha energía. Muchos se preguntan de dónde saca la fuerza.
Él dice que necesita ayudar a los demás, que así se siente realizado y encuentra el sentido a su vida y la paz.
"Tengo muchos proyectos y hago muchas cosas pero todo trato de enfocarlo al plan de Dios, al final será lo que Él quiera", explica, y reza en voz alta: "Ya me mostrarás Tú el camino".