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Una funeraria católica para bebés que nacen sin vida

La Sepultura de María Puerta del Paraíso en Madrid

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Patricia Navas - publicado el 25/10/22
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Entrevista a Helena Acín, iniciadora de un servicio integral de acompañamiento a los padres que pierden un hijo en gestación

Vivir la muerte de un ser humano en gestación como un camino al cielo es lo que ofrece una nueva funeraria católica en la ciudad de Madrid. Su fundadora, Helena Acín, explica a Aleteia cómo lo consiguen:

¿Cómo habéis logrado poner en marcha este servicio funerario para bebés?

Unos padres nos llamaron porque había fallecido su hija con 9 semanas de gestación y querían enterrarla. Pero no sabían cómo hacerlo.

Para nosotros era la primera vez que alguien nos llamaba con una hija fallecida en fase de gestación. Y aprendimos con ellos.

Al principio intentamos seguir el procedimiento que seguimos con un adulto, pero nos encontramos con cosas sorprendentes que no ayudaron a hacernos cargo de la dureza que viven estos padres.

En España a nivel sanitario a sus hijos se les considera "resto humano".

Y en el registro civil no se puede inscribir un bebé que ha nacido sin vida. Se puede a partir de la semana 26, pero en un libro que se llama "Legajo de criaturas abortivas". Solo escuchar esa palabra se te remueve el estómago…

Los padres tienen dificultad para poder formular la pérdida de su hijo en su entorno. Los amigos no les pueden acompañar porque a veces ni han anunciado todavía el embarazo.

Para acompañar a los padres que quieren enterrar a su hijo nació María puerta del paraíso.

Hemos adaptado todo para que los padres puedan con todo el cariño acompañar a su hijo en este paso y entregarlo en manos del Padre.

Vamos al hospital, recogemos al niño, lo envolvemos con un lienzo, lo ponemos en una cajita de madera muy sencilla.

Acompañamos a los padres en el consuelo y la esperanza y les invitamos a poner un nombre a su hijo, y a que pasen un tiempo con él para despedirse.

Les damos un pequeño cuadernito para velar a su hijo, si quieren en su domicilio con una oración inspirada en la Navidad.

Les facilitamos enterrarlo. Para ello hemos comprado una sepultura específica para estos bebés en un cementerio de Madrid. Allí los pueden recordar e ir a rezar.

– Es un servicio funerario muy específico, ¿no?

El sistema funerario está preparado para adultos y en algunos casos para niños pero no para acoger esta realidad.

No hay féretros de estos tamaños, las sepulturas son para adultos, los coches funerarios son inmensos...

Es como si buscas ropa para tu bebé de meses y solo encuentras ropa para niños de un año. Todo queda un poco desproporcionado, no está ajustado.

Nosotros hemos adaptado todo a esta realidad de los bebés tan pequeños.

Esto debe resultar difícil para los padres…

Para los padres la pérdida de su hijo es un desconcierto muy grande, muy doloroso. Y a eso se añade que el entorno no reconoce su maternidad, su paternidad.

Los padres sienten: "¡Es mi hijo, lo quiero enterrar!". Pero la respuesta que encuentran es: "¿Para qué? Es un resto humano".

Y si quieren poner su nombre y apellidos a su hijo y que conste así en el registro civil, se encuentran con que no tienen derecho a eso.

Cuando se te muere un hijo antes de nacer es un momento difícil en que necesitas acogida y acompañamiento y lo que encuentras es un territorio hostil.

Pero muchos padres han iniciado un camino para que se reconozca esta realidad.

El 15 de octubre se celebró el día internacional de la muerte gestacional y perinatal, promovido sobre todo por padres y madres que han pasado por esto. Sólo en España hubo más de 100 eventos.

Se trata de reconocerlos como a cualquier hijo. Es necesario el reconocimiento institucional y social.

– ¿Los padres no pueden enterrar a su bebé por su cuenta, en un caso así?

En España cuando un niño nace en un hospital, es necesaria una funeraria para recoger el cuerpo y poder enterrarlo o incinerarlo.

¿Ha sido muy complicado iniciar la actividad de esta funeraria?

Ha llevado muchos pasos. La funeraria se constituyó en 2019.

Me sentí llamada a dar esta luz de esperanza. Y para mí ha sido como hacer un máster práctico sobre cómo hacer una funeraria. He recorrido ese camino con ayuda de muchas personas.

¿Existía algo parecido o es un servicio nuevo?

Este servicio no se diseñó por un estudio de mercado. Nació como una respuesta a una necesidad. Recibí una petición de unos padres  y me lancé a ayudarles.

Y en este tiempo no me he encontrado con nada parecido y no soy consciente de que exista.

Si llamas a una funeraria, hará el servicio funerario. Pero es difícil que esté adaptado a la realidad tan pequeña de este niño. Y que incluya el acompañamiento a los padres para acoger al hijo y entregarlo en manos del Padre, con gestos sencillos inspirados en la liturgia

En un momento dado alguien me planteó hacer solo el servicio espiritual, únicamente acompañar a los padres.

Pero al prestar el servicio funerario, se encarna la esperanza y la espiritualidad que ofreces.

¿Qué espiritualidad vivís en esos momentos juntos?

Está inspirado todo en la Navidad. Esto tampoco es algo a lo que yo haya llegado como conclusión intelectual sino que también me ha venido de lo alto.

Porque cuando acompañé a los primeros padres, Juan y Cristina, el 16 de julio de 2020, después de enterrar a su hija, me fui a una iglesia donde están las Hermanitas del Cordero para la celebración de la fiesta de la Virgen del Carmen.

Ellas no sabían que yo acababa de vivir eso. Y como parte de la liturgia se cantó un canto de Navidad que decía:

Es justo lo que acabábamos de vivir. Habíamos enterrado al bebé en un sepulcro nuevo que tenía la familia.

La llamada a los padres es vivir el nacimiento del hijo al cielo como María y José vivieron el Nacimiento de Jesús: desde el primer minuto sabían que ese hijo no era propiamente suyo sino Hijo del Padre, llamado a una vida de intimidad con Dios. 

Por eso en muchos iconos de Navidad se representa al Niño Jesús enfajadito en un pesebre que parece  un féretro. 

– ¿Y con los ritos y la liturgia transmitís esa espiritualidad?

A veces hay iglesias cubiertas con yeso y al retirarlo para restaurarlas se descubren unas pinturas maravillosas.

Con la liturgia, con la Palabra, ocurre algo parecido: se desvela un misterio de lo que está aconteciendo.

Cuando los padres depositan a su hijo en una sepultura o en un columbario (si se incinera), no es solo un gesto exterior físico, sino que tiene el sentido de entregarlo en manos del Padre.

Todos los padres están llamados a acompañar a sus hijos en su camino hacia Dios, pero en estos padres es evidente porque su hijo ya se ha ido al Padre.

Su pascua es reconocer ese paso y acompañar esa vocación única de su hijo con la certeza de que ya contempla su rostro. 

Estos padres que pierden a su hijo viven en plenitud su vocación de padres. Ser padre es acoger a tu hijo sin poseerlo, acompañándolo en su vocación, que siempre te va a sorprender.

¿Cómo ayudas a esos padres a tomar conciencia de esa vocación?

En primer lugar con la oración, porque es Dios quien actúa. E invoco de un modo especial a María y a san José.

Intentamos con nuestra presencia, con gestos y palabras muy sencillas inspirados en la liturgia, acompañar a los padres y a su hijo.

A los que lo desean, les proponemos velar a su hijo en casa y les invitamos a orar en familia.

Para facilitarlo hemos preparado un pequeño cuadernito de oración, inspirado en la octava de la Navidad. 

En la medida de lo posible, invitamos a que se celebre una misa de cuerpo presente y en el cementerio vivimos el ritual de exequias.

Como Iglesia también tenemos que dar pasos para acoger mejor a estos niños y a sus padres.

No existe un ritual específico para los niños que fallecen en el seno materno. Existe uno para niños no bautizados pero no se ajusta totalmente.

¿Esta funeraria es solo para católicos?

Es un servicio funerario católico que se ofrece a creyentes y no creyentes.

Intelectualmente puedes decir: "no creo", o rechazar a la Iglesia, pero cuando eres testigo de la belleza y la ternura que se transmite, eso te llega al corazón y se abre un resquicio de luz, algo pasa.

Y así la experiencia se vive de otra manera, ¿no es así?

En la liturgia se ofrecen palabras bellísimas. Por ejemplo: "tú eres mi hijo amado". Y se invita a la contemplación sosteniendo lo que viven los padres.

Esto no contradice lo que viven, no es discordante. En la liturgia hay espacio para expresar el dolor, la alegría, la ira, la angustia; se pone palabras.

Y es importante que haya tiempo para eso, que se acoja, que se grite a alguien, que puede ser a Dios o a quien te está acompañando. Y que experimentes la ternura.

Porque si no, todo eso queda enquistado dentro, porque socialmente no estás autorizado a formularlo.

"Olvídate, vete del hospital, vive…", se les dice a los que pasan por la muerte de un hijo. Pero eso un padre lo tiene siempre dentro.

Y si no se vive o se habla, además hay riesgo de que la relación en la pareja se debilite. Y la experiencia de los padres es que cuando se vive esta experiencia juntos, la relación de la pareja se fortalece. 

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