Suena el despertador y empieza otro día más, otra nueva semana, una nueva oportunidad para manifestar el misterio de la vida como don recibido. Nos ponemos seis alarmas, tratamos de mendigar un minuto más de sueño, pero realmente, detrás de la probable pereza mañanera, siempre nos aguarda la posibilidad de una verdad moral objetiva: la vida me es dada. Se nos plantea en ese instante heroico una gran decisión: ¿hoy voy a vivir verdaderamente o no?
Ha llegado septiembre, cargado de ritmos frenéticos, nuevos proyectos, ideas, ilusiones, pero también repleto de miles de obstáculos para llegar a ser eso que se desea. Gracias a Dios, nuestro corazón no sabe poner límites al deseo humano.
Es más que evidente que la falta de amor a la vida es uno de los principales problemas que tiene el hombre en estos momentos y se convierte en la causa fundamental de otros muchos males derivados.
La depresión, hoy en día afecta a 121 millones de personas en el mundo, muchas de ellas jóvenes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por otra parte, el 20% de los bebés concebidos en España no llegan a nacer a causa del aborto.
Nos hemos impuesto una sociedad que cada vez más apuesta por ahorrarse la aventura de vivir y que desearía cambiar la familia por una asociación de “seres individuales”.
Un Encuentro que lo cambia todo
Septiembre, inicio de curso y vuelta de vacaciones. Septiembre es un mes creativo a muchos niveles, ¿pero dónde se encuentra la creatividad más elevada? La vida siempre es creativa gracias a un Encuentro.
Ese Encuentro nos transmite algo nuevo y nos infunde una alegría y esperanza que permanece incluso ante los momentos más difíciles de la vida. Hoy en día, al igual que hace dos mil años, somos mendigos de ese Encuentro, esa compañía, esos foros humanos de rostros concretos que nos llevarán a pisar tierra sagrada.
Vivimos en una sociedad que ya se ha marcado previamente en la agenda cómo construir su realidad desde su deseo sin dejar espacio a la creatividad más elevada. Con esta forma de proceder, todo lo que no encaje en esa agenda preestablecida caerá sobre el hombre como una gran losa insoportable y le recordará el arduo peso de su nacimiento.
Gracias a Dios, todo hombre nace por medio de un proceso de gestación que implica acoger en uno mismo, un misterio lleno de incertidumbre que escapa totalmente de nuestro control. El misterio de la realidad verdadera que sale a nuestro encuentro. ¡Qué gran enseñanza esconde la vida ya desde sus inicios!
Pero en cambio, en ese empeño bobo de construir la realidad desde nuestras ideas, nos agarramos a la fabricación de esta según nuestra medida para intentar controlar todo por nosotros mismos, incluso la vida y la muerte.
¿Pero y si el acontecimiento de Cristo lo cambiase todo? ¿Y si el misterio de la vida nos regalase siempre algo positivo? Tal vez te plantearías si tu familia, tus hijos, no son realmente el obstáculo para ser eso que deseas. ¿Y si la vida fuese el lugar del don? ¿Y si, en lugar de oprimir tu libertad, tu familia fuera la razón que la fundamenta?
La campaña 40 Días por la Vida
El día 28 de septiembre comienza en España la Campaña de 40 Días por la Vida .
La vida es el milagro que salva al mundo y esto es irrevocable. Digámoslo claramente: un hijo no es un derecho sino un don. Si reconociésemos verdaderamente este don, seríamos impulsados a salvaguardar en todas sus etapas el misterio de la existencia.
Nuestra época nos invita a ser portavoces de la patente necesidad que tiene la humanidad de una transformación interior sustancial que exima al hombre del vértigo de la apertura de la vida.
No podemos seguir viviendo sobre un futuro que sea lo que nosotros anticipamos a partir de nuestras proyecciones, cuando existe la posibilidad de elegir vivir el presente y mirar con esperanza el porvenir. Contamos con la extraordinaria oportunidad de ser capaces de elegir en cada segundo de nuestra vida si abrazar plenamente aquello que tenemos o si vivir sumidos en la desesperación por aquello que no encaja con nuestros planes.
Cada vida es el medio carnal de la apertura a la trascendencia. Por tanto, defendamos la vida, defendamos el poder vivir plenamente e intensamente en toda circunstancia. Aquí, ya no caben medias tintas. Tú, ¿amas la vida? ¿te gusta vivir?