Recuerdo que, en mi infancia, era común que los niños que aún no habían hecho la Primera Comunión recibieran la hostia al final de la Misa.
Todos sabían que después de la bendición final, podían hacer fila para recibir los panes sin levadura.
Era, en cierto modo, una forma de saciar la curiosidad de los más pequeños respecto a la hostia, su sabor, su textura.
El gesto, aunque menos frecuente hoy en día, se adopta en casos específicos. Suele hacerse para trabajar la catequesis y despertar un interés real por el misterio de la Eucaristía.
En el ensayo de la Primera Comunión, por ejemplo, los niños suelen recibir la hostia no consagrada.
En lugar de la hostia, al final de la Misa, muchas parroquias comparten con los niños algunos pedazos del pan bendito que se presentó en el ofertorio.
Pero, ¿pueden los niños recibir hostias no consagradas en algunas situaciones?
Hostias no consagradas para niños
Un artículo del portal A12 abordó el tema. E indica que hay que tener cuidado, para que el gesto no incurra en ningún tipo de profanación.
“Si una persona tiene la intención de profanar el significado del sacramento o de confundir a la gente, es bastante claro que está haciendo algo malo”, dice el artículo.
Por eso, es necesario dejar claro a los niños que lo que están recibiendo no es la Eucaristía. El autor afirma:
Lo que dice el Magisterio de la Iglesia
El Código de Derecho Canónico establece:
También vale la pena mencionar lo que dice la Instrucción Redemptionis Sacramentum sobre las cosas que se deben observar acerca de la Eucaristía: