Pese a que el Congreso acaba de sancionar la Ley de Cuidados Paliativos y que aún no tiene rodaje, se estudia en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados cuatro proyectos de ley que abordan la legislación de la eutanasia y del suicidio asistido.
Con firmas de legisladores de los partidos radicales y del oficialismo, dos proyectos presentados en 2021 y dos en 2022 podrían confluir en una única propuesta que alcance los votos necesarios para llegar al recinto y someterse a votación.
Los cuatro proyectos apuntan a garantizar la procuración de la muerte de aquellos que lo soliciten y padezcan enfermedades graves e incurables. Si bien tienen muchos elementos en común, presentan algunas diferencias más sustanciales a la hora de requerir procesos y tiempos para certificar la solicitud de la eutanasia.
Además, los cuatro proyectos presentan articulados similares con respecto a la objeción de conciencia, obligando a los centros en los que todos los profesionales sean objetores a colaborar con la práctica financiando los costos de la derivación.
Y en un caso (Proyecto de Ley de Regulación de la Eutanasia y la Muerte Asistida), incluso hasta se incorpora como delito en el Código Penal con pena de prisión e inhabilitación para aquel «funcionario público o la autoridad del establecimiento de salud, profesional, efector o personal de salud que dilatare injustificadamente, obstaculizare o se negare, en contravención de la normativa vigente, a realizar la interrupción de la vida en los casos legalmente autorizados».
Este articulado, al igual que ocurre con el aborto, cercena la posibilidad y libertad del profesional de salud de buscar o proponer alternativas de acuerdo a su ciencia y a su conciencia.
No ser indiferentes frente a la discusión
«El Evangelio nos compromete a no ser indiferentes ante discusiones sobre el inicio y el fin de la vida», aseguró ante esta inminente discusión parlamentaria la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia - CEVILAF. «Aún en los casos de enfermedades que no tienen cura, todos los enfermos deben ser cuidados y acompañados para que sea respetada su vida hasta la muerte natural. No somos los dueños de la vida y por eso nos ponemos a su servicio», expresan.
La comisión recuerda al papa Francisco cuando recordó que «la eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza».
En otro apartado de la declaración, expresan que es «fundamental acompañar la angustia del que sufre, su dolor físico y espiritual» y que «lo propio de la medicina es curar, pero también aliviar y humanizar el proceso de la muerte». «Quitar la vida no es una vía para aliviar el sufrimiento», aclaran.
Y«aunque una sociedad no pueda eliminar el sufrimiento, siempre puede comprometerse con todas sus energías con la vida de los que sufren», continúan los obispos que lideran una comisión cuyos departamentos están integrados por múltiples laicos y representantes de distintos ámbitos de la pastoral de la vida y la familia.
En esa línea, completan: «Nuestro pueblo argentino tiene una riquísima historia haciéndolo, tanto desde el campo de la solidaridad como desde la Medicina misma. No dejamos a nadie solo, y hemos desarrollado múltiples alternativas estos años para acompañar los dolores físicos y espirituales con ciencia y humanidad». «En los Hospices y en los Cottolengos vemos un gran ejemplo de esto», aseguran.
«Vale toda Vida»
“Una vez más, y con el mismo compromiso de siempre decimos: Vale Toda Vida”, completan, recordando el lema con el que se propuso la defensa de la vida en el año 2018 durante una discusión parlamentaria que en ese momento concluyó con el rechazo a la legalización del aborto. “Por respeto a la vida que nos viene de Dios y de la que no somos dueños, por consideración a tantas personas que se han comprometido con el cuidado de la vida como personal sanitario, por respeto a los que no están y murieron en estos años, pedimos a Dios que en nuestra querida Patria no se dé lugar a leyes que dejen al costado del camino y excluyan de la mesa de la vida a los que más sufren”, cierran.
La declaración completa aquí
La experiencia de los Países Bajos
Al comparar legislaciones los promotores de las leyes de eutanasia suelen referirse al caso de los Países Bajos, en los que la eutanasia y el suicidio asistido son legales desde hace 20 años.
El Centro de Bioética realizó un completo informe con la evolución año a año tanto de los casos de eutanasia como de los motivos por los cuales se ha solicitado. El informe, que lleva la firma del doctor Nicolás Lafferriere, observa tanto el aumento de los casos totales de personas que adoptan la eutanasia o el suicidio asistido, como la «ampliación de los supuestos que habilitan el pedido de eutanasia o el suicidio asistido, que no se vinculan necesariamente con una enfermedad terminal, ni siquiera con una condición incurable, sino con un sufrimiento percibido como intolerable, llegando a aplicarse la eutanasia a personas con demencia o problemas de salud mental».
Lafferriere describe la situación desde la metáfora de la «pendiente resbaladiza», «que sostiene que la legalización de la eutanasia, inicialmente planteada para pocos y excepcionales casos, va dejando paso a una aplicación cada vez en mayor número y en un más amplio espectro de situaciones». Aunque el propio autor del informe aclara que ratificar el argumento de la metáfora no va al fondo de los problemas.
«El tema de fondo es el quiebre del principio de la inviolabilidad del derecho a la vida y la instauración de un radical individualismo que se vuelve indiferente ante el que sufre y se limita a ofrecer el camino del descarte». «El camino no es regular cómo se quitarán la vida aquellos que han perdido las esperanzas, sino buscar formas nuevas y creativas de acompañar al doliente y garantizar los cuidados paliativos y otras medidas adecuadas en circunstancias tan dolorosas», concluye.
El completo informe del Dr. Lafferriere puede leerse aquí