Particularmente peligroso es el llamado “Tapón de Darién”, una densa selva tropical que abarca parte de la provincia panameña de Darién, al sur Panamá y el norte Colombia de cerca de 5,000 kilómetros cuadrados de extensión, y que a lo ancho une el océano Atlántico con el Pacífico.
En esta selva inexpugnable, además del calor sofocante, las lluvias torrenciales y las amenazas de los animales de ponzoña y de fieras salvajes, existen grupos de delincuentes que realizan trata de personas, reclutamiento para el crimen y sitios extremadamente peligrosos como la llamada “Loma de la Muerte”.
Aumentan los niños
Poco más de cinco mil niños han atravesado (o intentado atravesar) el “Tapón de Darién” los primeros cinco meses de 2022. Van, desde luego, buscando llegar al norte del continente. Son el doble de niños que los que cruzaron la selva panameña en el mismo período de 2021. Una crisis humanitaria silenciosa, terrible.
"Estamos en medio de la temporada de lluvias en este momento y nuestros equipos en el campo están viendo un aumento masivo de niños que ponen en riesgo sus vidas y cruzan la selva a pie en las peores condiciones climáticas", advirtió Jean Gough, directora de Unicef para América Latina y el Caribe.
Los menores se ven "obligados a huir de sus hogares como única opción viable para sobrevivir", añadió la funcionaria.
De estos cinco mil niños, 170 viajaban solos o habían sido separados de sus familiares. Lo cual implica un destino muy complejo a esos infantes. En mayo de 2021 cruzaron –según datos de Unicef—2,000 niños el “Tapón de Darién”: cuatro veces más que en mayo de 2021. Algunos niños ni siquiera tienen carné de identidad, ni acta de nacimiento.
Los que logran cruzar la selva son recibidos en la Estación de Recepción Migratoria (ERM) de La Peñita, provincia de Darién. De ahí son transportados por las autoridades migratorias al ERM de Los Planes, provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica. La mayoría de ellos viajan rumbo al norte esperando llegar a Estados Unidos o Canadá.
Condiciones de muerte
Laurent Duvillier, jefe regional de comunicación de Unicef, señaló: “Los niños llegan en condiciones muy precarias y necesitan atención médica por problemas de deshidratación, infecciones en la piel, traumas por lo que han visto, como acoso sexual, extorsión o gente que se murió en el camino".
Los niños –como sus familiares—vienen de Sudamérica tratando de llegar al norte. En 2021, cruzaron este paso 133,000 personas, la mayoría haitianos y cubanos y casi una cuarta parte fueron niños.
Desde luego, las estadísticas no pueden ser claras: ¿Cuántos se perdieron en la selva; ¿cuántos fueron enganchados por grupos criminales, atacados por animales salvajes o –como no hay carreteras—perecieron en el anonimato?
Este año será, sin duda, el que mayor número de niños intenten cruzar por el “Tapón de Darién”. En los primeros cinco meses de 2022 ya la atravesaron más de 32.000 personas, el doble que en el mismo período de 2021. Ahora son mayoritariamente venezolanos. Y los albergues instalados por el Gobierno de Panamá, simplemente están desbordados.
La indiferencia mundial es atroz. Y los pequeños (los mayores, los ancianos, las mujeres) que cruzan esta selva son, a la vez, testigos y víctimas.