En esa conversación, aunque no esté invitado, siempre se sienta en la mesa el fiscal, echándote un jarro de agua fría a la cara con sus habituales y sibilinos recordatorios: "¿Para qué te vas a apuntar al gimnasio si no vas a ir más que dos días y vas a perder el dinero? ¡Ya sabes por experiencia que no eres capaz de dejar de fumar! No te olvides de que, lo que adelgaces ahora, lo vas a recuperar con efecto rebote". Es un experto en deshinchar ilusiones, sueños, etc. Los desinfla más rápido que un globo sin nudo en la boquilla.
Este personaje nefasto se ha adueñado de mi conversación con el recién estrenado 2022. No sé si, por la reacción de la tercera dosis de la vacuna, o por alguna situación que me preocupa, pero me ha tentado mucho con un: "¿Total…, para qué tanto esfuerzo?". Pero menos mal que la rebelde sin causa que llevo dentro le plantó cara. ¿Para qué? Para levantarme con ilusión todas las mañanas, para no resignarme a dejar las cosas como están, sin ánimo de mejorarlas.
Y no, la pregunta no es "para qué". Es, "por qué". Porque yo no estoy sola, no sacaré algo adelante por mi talento, no lograré mis objetivos por mi garra o mi tesón, no adelgazaré o dejaré de fumar por mi fuerza de voluntad. Estando de Su mano, intentaré alcanzar mis nuevos objetivos, con la paz que da saber que, si el proyecto no sale después de poner todos los medios humanos, es que no convenía, no lo necesitaba Dios. Así que, ¿para que lo iba a necesitar yo?
Qué he decidido esta vez
Así que, en este 2022, sí a Él le parece oportuno, en lugar de drásticos y radicales cambios, he elegido hacer pequeñas, discretas mejoras, de nuestro día a día. Para empezar, les pedí a Sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente, una máquina para hacer crepes. Así se alivia el trabajo del buffet de los viernes. De esta forma, puedo ir a ver el partido de fútbol de uno de los twelve, sabiendo que la fiesta de la cena de los viernes está asegurada, con crepes al instante y al gusto del consumidor. Este sistema se lo vi utilizar a mi amiga Rosa Cruz en una fiesta de cumpleaños, hace ya bastantes años. Pero este enero no se me iba de la cabeza como la solución que me permitiría que los viernes volvieran a ser un éxito.
Sé que no os cuento nada nuevo cuando hablo de las rutinas familiares que tienen que ir retocándose, actualizándose, en función de los cambios o las nuevas dificultades. Si algo que has estado haciendo hasta ahora no te aporta los resultados deseados, tendrás que cambiar el modo de hacerlo.
Ya lo dijo Albert Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Si no cambias el método, no sólo no tendrás buenos resultados, sino que la frustración aparecerá en escena, escondida en forma de baja autoestima, y disparando con las balas de: "Yo no valgo, no sirvo,…". Municiones que explotarán todos tus globos de ilusión: "¿Para qué intentarlo, si voy a fracasar?". Así es como termina robándonos nuestros sueños el gran pinchador de globos. Ese fiscal retorcido que se empeña en que nos olvidemos de confiar en lo más importante: Dios.
Todo esto también nos pasa con las relaciones personales, especialmente con nuestros hijos. Si algo no funciona, si con la forma en que les decimos las cosas no obtenemos los resultados deseados, tendremos que cambiar el modo de decirlas. A lo mejor ocurre como con la cena-buffet del viernes, que necesita una revisión, que necesita, como se dice ahora, "darle otra vuelta".
No pretendas, en este 2022, grandes cambios. Que, con todo lo que nos hace surfear esta pandemia de ola en ola, ya tenemos bastante. Piensa qué resultados puedes mejorar y haz pequeños cambios. Ilusiónate con todos tus globos, sabiendo que no es, ni tu inteligencia, ni tu garra, ni tu pericia, las que los sacarán adelante. Con Él como nuestro abogado defensor, sentémonos a hablar con este 2022… Why not?