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Casi dos meses tardó Jeniffer Rico (38) y su familia en llegar hasta Chile cuando decidieron dejar Venezuela. Ella, su marido, su hijo de 11 meses y la familia de su hermana iniciaron el periplo que concluyó hace un par de semanas.
“Llegamos hace 10 días, no logramos que nos recibieran en una residencia sanitaria, así que nos dieron el dato que en la Plaza Brasil había compañeros con los cuales nos podíamos quedar”, contó Jeniffer a Aleteia.
“Estábamos ahí cuando llegaron los carabineros a pedirnos que recogiéramos nuestras cosas porque teníamos que desalojar. Nos advirtieron que el sábado habría una marcha y que era peligroso quedarnos”, prosiguió.
“Finalmente, la gente de Cáritas nos trasladó hasta el albergue. Después de mucho tiempo hemos podido dormir en un colchón, ya no nos duele la espalda, tenemos alimentos, baños y nos sentimos mucho mejor. El trato ha sido excelente. Yo llamo a las personas para que nos sigan apoyando, mi sueño es poder establecerme con un negocio, tal como lo tenía en Venezuela y que mi bebé pueda ir a la escuela”, concluyó.
El relato de Jeniffer encarna lo que ha estado sucediendo en los últimos días en la localidad chilena de Iquique, sitio que ha generado la atención internacional debido a la quema de carpas, ropa, además de desalojos y violencia contra la población migrante.
Sin embargo, la crisis migratoria en esa zona norte del país no es para nada novedosa. Es ahí donde, desde el minuto uno, diversas organizaciones vinculadas a la Iglesia han estado ayudando a los migrantes. En Aleteia ofrecemos algunos testimonios para entender lo que se hizo (y se está haciendo) en esa zona de la que todos hablan hoy.
“Desde el estallido de la crisis y la violencia extrema vivida el sábado estamos tratando de buscar soluciones, en tres horas improvisamos un albergue para 30 personas y la idea es generar un campamento transitorio para migrantes. Llegamos a tener un ingreso de 100 personas diarias por el paso Colchane, es mucho el movimiento y el trabajo no para”, relató a Aleteia Manuel Cortés, director de la sede Iquique, de la Fundación Madre Josefa.
Su comentario responde al estallido que de alguna manera era temido por todas las organizaciones que trabajan por los migrantes en el norte de Chile. Pues de alguna manera era algo que venía creciendo desde noviembre del 2020, en plena pandemia.
Cortés señaló: “Estalló como una crisis humanitaria por la no acción del Estado, sumado a la marcha xenofóbica que se organizó, la cual dejó heridos, personas maltratadas y la quema de pertenencias para varios migrantes que se opusieron al desalojo iniciado el día antes en la Plaza Brasil”.
Desde la Pastoral Social Cáritas Iquique, también se trabaja intensamente por apoyar y asistir a los migrantes luego del estallido de la crisis. Su directora, Rosa Marschhausen, comentó:
“Salimos a buscar a las mujeres y niños el sábado en la noche, para protegerlos y resguardad su integridad, ya que había amenazas de nuevos actos de violencia en su contra. En estos momentos, tenemos disponibles tres casas de acogida que están albergando a las familias y personas más vulnerables. El número varía con el paso de las horas. En un principio llegamos a tener a 80 personas”.
Rosa agregó: “Era cosa de caminar por Iquique y ver cómo todos los espacios públicos estaban tomados por migrantes. Nosotros en conjunto con otras organizaciones veníamos enviando oficios a la autoridad hace mucho, relatando lo que sucedía y pidiendo soluciones, pero según el Gobernador, no había de qué preocuparse, ya que él consideraba que todo estaba controlado. Mientras en nuestra puerta teníamos filas de familias esperando nuestra atención y apoyo”.
Gracias a las donaciones recibidas hasta ahora, las organizaciones han podido paliar la emergencia en las primeras horas. La Fundación Madre Josefa se prepara para iniciar pequeños emprendimientos que ayuden a lograr sustento por parte de los migrantes.
“Este es un trabajo que venimos realizando de siempre, lo que pasa es que ahora se aceleró. Iniciamos capacitaciones a mujeres con el fin de qué las próximas dos semanas puedan iniciar un trabajo como manicuristas. Les vamos a entregar un kit inicial con los materiales y un capital de apoyo. También tenemos donaciones de hornos industriales y haremos el curso de panadería y pastelería, pero lo que nos falta ahora es un local”, comentó Manuel.
En tanto, desde la Cáritas de Iquique, su directora expresó que junto con ir formando nuevos albergues situados principalmente en diversas parroquias, se trabaja para hacer entrega de kits de alimentos, de higiene y ropa de abrigo. Junto a ello, se está apoyando con la compra de pasajes para algunas familias que tienen donde llegar en otras regiones del país.
La jefa del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Tarapacá, Lorena de Ferrari, también coincide con que esta crisis viene de mucho tiempo y su agudización se relaciona con la mirada desde el Estado de priorizar las expulsiones como forma de control de la migración irregular.
“Tenemos familias en la calle, los niños que están llegando se encuentran enfermos, desnutridos por el largo peregrinar de país en país. Esta crisis va en aumento, los migrantes son personas que quedan expuestas a la vulneración de sus derechos. Hay obligaciones por parte del Estado que no se están cumpliendo, la autoridad debe hacerse presente, tiene que acogerlos, es su obligación y ese es nuestro emplazamiento”, señaló.