Las historias de los santos pueden parecer inalcanzables, caracterizadas por éxitos inigualables. Afortunadamente, la santidad no tiene nada que ver con el éxito. Como dijo santa Teresa de Calcuta, "Dios no nos ha llamado a tener éxito. Nos ha llamado a ser fieles".
Los santos lo entendieron y muchos de ellos son una inspiración porque parecieron fracasados a los ojos del mundo. Su compañía puede ofrecer gran consuelo en el momento en que nuestra vida parezca estar llena de fracasos, pasos en falso y oraciones sin respuesta.
A través de su intercesión, podemos abrazar la voluntad de Dios, incluso cuando se fracasa.
Santa Agata Kim A-gi (1787-1839)
Santa Agata Kim A-gi era una mujer coreana que deseaba ser bautizada. Su discapacidad intelectual, sin embargo, le volvía imposible aprender la fe, e incluso el Avemaría era demasiado para ella.
Cuando se le pedía que rezara las oraciones, Agatha decía: "Conozco solo a Jesús y a María".
A pesar de sus esfuerzos no lograba memorizar nada, y se le negó el Bautismo. Se trataba de una época en que la Iglesia Católica en Corea no tenía sacerdotes desde hacía una generación y los fieles no sabían que la agudeza teológica no era un pre-requisito para el Bautismo de los adultos.
Cuando fue arrestada y se le ordenó bajo tortura denunciar la fe, la respuesta de Agatha fue la misma: "Conozco solo a Jesús y a María". Fue bautizada en la cárcel poco antes de su martirio.
San Marco Ji TianXiang (1834-1900)
San Marco Ji TianXiang era un chino adicto al opio. Puesto que su sacerdote no lograba entender la naturaleza de su adicción, le dijo que no podía ser absuelto hasta que se liberara, lo que quería decir que tampoco podía recibir la Comunión.
Durante 30 años, TianXiang intentó fallidamente liberarse de la adicción.
Siguió practicando la fe aunque se le negaron los sacramentos. No logró dejar el opio, pero murió mártir y fue canonizado no solo por su martirio, sino por las décadas en las que buscó seguir a Jesús incluso sin los sacramentos.
San Charles de Foucauld (1858-1916)
Charles de Foucauld era un noble francés que en la juventud se volvió ateo. Tras su conversión entró en un monasterio terapista, luego salió y se volvió jardinero durante un tiempo antes de ser ordenado sacerdote.
Se fue al desierto de Algeria, intentando amar al pueblo musulmán para que lograra conocer a Jesús. Ninguno se convirtió. Intentó fundar una orden religiosa y alguno entró, pero ninguno se quedó. Al final fue asesinado a tiros.
Desde su muerte, miles de personas se convirtieron gracias a su testimonio, y fueron fundadas 20 comunidades de laicos y religiosos guiados por su espiritualidad.
San Leopoldo Mandić (1866-1942)
Leopoldo Mandić era un sacerdote capuchino croata que quería más que otra cosa trabajar por el fin de la división entre católicos y ortodoxos orientales. En cambio, fue enviado a Italia, donde pasó décadas escuchando confesiones 12 horas al día.
Siguió pidiendo a sus superiores que lo enviaran al Este para llevar a cabo el trabajo para el que se sentía llamado, pero se le ordenó permanecer en Italia.
Aunque nunca dejó de querer trabajar para la reconciliación entre Oriente y Occidente, se consolaba con el hecho de que cada confesión que escuchaba era un pequeño acto de reconciliación. Vivió en Italia el resto de su vida.
El beato Paul Thoj Xyooj (1941-1960)
Paul Thoj Xyooj era un converso de la etnia hmong que se volvió un exitoso evangelizador.
Los sacerdotes europeos con los que trabajaba sospechaban de él, convencidos de que tenía que diluir el evangelio si cientos de personas buscaban convertirse por su predicación. Lo retiraron del pueblo en el que estaba trabajando, alejándolo no solo de su ministerio, sino también de la muchacha a la que estaba a punto de proponer matrimonio.
Después de esto se hundió, imposibilitado para llevar a cabo el trabajo que amaba o encontrar otra mujer para casarse.
El joven alegre se volvió sombrío y distante, desilusionado con los hombres que dirigían la Iglesia pero no con Dios. Aunque Xyooj fue considerado rebelde e inestable, el beato Mario Borzaga vio más allá de su actitud y lo invitó a acompañarlo en otro viaje misionero, en el que ambos terminaron siendo martirizados por los insurgentes comunistas.
Los largos meses de fracaso e incertidumbre de Xyooj fueron coronados con la victoria.
La beata Lindalva Justo de Oliveira (1953-1993)
Lindalva Justo de Oliveira era una mujer brasileña que pasó años en busca de su objetivo en la vida.
A los 26 años se graduó como asistente administrativa y luego pasó diez años saltando de un trabajo de bajos ingresos a otro, de una tienda de ropa a cajera de una gasolinera.
Al final, su discernimiento la llevó a las Hijas de la Caridad, donde ingresó a los 35 años.
Fue religiosa solo cuatro años antes de ser asesinada en un intento de agresión sexual por parte de un residente inestable del asilo en donde trabajaba.