Hablar sobre el tiempo, sobre los planes para la semana o sobre las noticias del día es fácil. Sin embargo, estas no son el tipo de conversaciones que nutren un matrimonio y hacen crecer a la pareja.
Más bien, hablar sobre nosotros mismos, sobre nuestros deseos y nuestras dificultades son oportunidades para que la pareja se conozca mejor mutuamente, para que se entiendan mejor y, por tanto, para que se amen mejor.
El asesor matrimonial Emmanuelle Bosvet contó a Aleteia que, sin duda, es vital que las parejas se tomen el tiempo de abrirse el uno al otro; de revelar sus necesidades, sus aspiraciones más profundas y sus emociones. Hacer esto expresa algo real y verdadero de uno mismo y esto es necesario para que las parejas casadas crezcan en unidad.
"A través del diálogo nos acercamos al misterio del otro, tomamos conciencia de sus deseos, descubrimos las piezas de su jardín secreto", explica Bosvet.
Además, dedicar regularmente un tiempo de "corazón a corazón "entre cónyuges es un recurso de inmenso valor para la vida matrimonial a largo plazo.
No importa lo unida que esté una pareja, ambos están destinados a experimentar tensión, en mayor o menor grado, al lidiar con temas tan variados como elegir el destino de unas vacaciones, la incapacidad manifiesta de alguno para mantener la casa ordenada o incluso afrontar un caso de infidelidad.
Conversaciones profundas
Si una pareja está acostumbrada a hablar en profundidad, a hablar sobre sí mismos, a dialogar sobre asuntos íntimos, entonces estarán más preparados y serán más capaces de comunicarse en momentos de crisis.
Sin esta capacidad, que se adquiere más fácilmente durante periodos de calma, los esposos corren el riesgo de aislarse en sí mismos y desconectarse de toda comunicación, cosa que no hará sino exacerbar el conflicto.
"Para enfrentar una crisis se necesita estar presentes", enfatiza el Papa Francisco en su encíclica Amoris Laetitia (párrafo 234). "Es difícil, porque a veces las personas se aíslan para no manifestar lo que sienten; se arrinconan en el silencio mezquino y tramposo", continúa.
"En estos momentos es necesario crear espacios para comunicarse de corazón a corazón. El problema es que se vuelve más difícil comunicarse así en un momento de crisis si nunca se aprendió a hacerlo".
"La comunicación es todo un arte que se aprende en tiempos de calma, para ponerlo en práctica en los tiempos duros", prosigue el Papa.
Por esto resulta especialmente útil aprender cuanto antes a hablar con nuestro cónyuge sobre lo que nos sucede realmente. Es una forma de anticipar la resolución de futuros conflictos; y, por consiguiente, de reducir los periodos de silencio a favor de una mayor armonía conyugal.