El 22 de febrero de 1931, Santa Faustina (en aquel entonces sor Helena Kowalska) tuvo una revelación en su celda en el convento de Plock (Polonia) donde el mismo Jesús le pidió que hiciera una imagen de Él tal y como lo estaba viendo, explicándole luego el significado y dónde, además, le gustaría que se exhibiera.
"Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido (…) Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero. (…) Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas", escribió en su diario años después.
Faustina no sabía pintar y trató de buscar ayudar en su convento, pero no la consiguió. Tiempo después, fue trasladada a Vilna (capital de Lituania). Allí fue donde conoció al padre Michał Sopoćko, quien era el confesor de las monjas. Faustina le contó que había estado conversando con Jesús, de la imagen y el plan que tenía para ella. Al principio, el sacerdote no le creyó y hasta la mandó a evaluar psiquiátricamente, pero luego de pasar todos sus exámenes y que profesionales de la salud dijeran que estaba mentalmente sana, decidió apoyarla y le dijo que escribiera en un diario todas las revelaciones y conversaciones que tuviera con Jesús.
El primer cuadro
El padre Sopoćko le presentó al artista Eugenio Kazimirowski en 1934 para que hiciera el cuadro que el Señor le había encomendado. Faustina le describió la imagen que había visto y visitó algunas veces el taller, pero cuando vio el cuadro, lloró, porque consideraba que no reflejaba la belleza que ella había contemplado. Sin embargo, Jesús le dio ánimos, aclarándole que lo importante era que gracias a ese cuadro todos podrían ir allí y recibir su misericordia.
"Una vez, cuando estaba en [el taller] de aquel pintor que pintaba esa imagen, vi que no era tan bella como es Jesús. Me afligí mucho por eso; sin embargo, lo oculté profundamente en mi corazón. Fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: ‘No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia".
Al año siguiente, Faustina cumplió con el otro requerimiento de Jesús, y el primer domingo después de Pascua, la imagen fue bendecida y venerada públicamente en la iglesia de Vilna. Ella estuvo presente y fue el único cuadro de la Divina Misericordia que ella vio. Actualmente, el cuadro está en el Santuario de la Divina Misericordia de Vilna.
Señal divina
El segundo cuadro fue hecho por encargo de la Congregación de la Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia (que fue creada por Faustina) en 1942 por el artista Estanislao Batowski. Lamentablemente, durante la insurrección de Varsovia, la capilla y la imagen fueron quemadas.
Se le pidió al artista que por favor pintara otra imagen para la Capilla de la Divina Misericordia en Cracovia; pero entonces, el pintor Adolfo Hyla llegó a la casa de la Congregación y les dijo que él les quería regalar un cuadro como voto por haberse salvado en la guerra. Enseguida, las hermanas, quizá viéndolo como una señal, le dieron una estampa de la Divina Misericordia y las descripciones del diario de Faustina.
El segundo cuadro de Batowski también llegó, pero como el de Hyla fue hecho como voto, fue el que quedó en la capilla. Era un poco grande para el altar, así que en 1954 repintó el lienzo: eliminó unos matorrales que había pintado y colocó a Jesús en un fondo oscuro, haciéndolo resaltar.
Esta es la imagen que hoy en día conocemos y que se hizo famosa mundialmente, sobre todo, por las gracias que sus fieles han recibido. Se cumplió así el deseo de Jesús que la imagen de su misericordia fuera venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero. Según Santa Faustina, el Señor le dijo:
"Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria".