La repetición reconfortante del Rosario, cuando se canta, eleva hasta nuevas alturas esta práctica meditativa devocionalSin duda el Rosario está entre las oraciones no litúrgicas más populares en la cristiandad. Ha atraído a personas de todos los lugares de la Iglesia: Oriental y Occidental, ricos y pobres, religiosos o laicos, con educación o sin ella, el Rosario se puede encontrar allá donde esté la Iglesia. Recomendado tanto por Papas como por santos, se ha dicho que el Rosario ofrece a quienes lo rezan unos beneficios espirituales excepcionales.
La historia del Rosario es larga e intrincada. La tradición atribuye a san Pacomio la invención de la cuerda de oración (normalmente hecha de lana virgen —símbolo de la pureza del Cordero de Dios— o de fibras de seda, trenzadas con nudos) allá por el siglo IV, lo cual hace de este accesorio devocional un elemento tan antiguo como el monacato mismo. También se dice que fue san Antonio Abad, padre del ascetismo oriental, quien empezó el hábito de atar nudos en la cuerda. Anteriormente, los monjes contaban sus oraciones arrojando pequeñas piedras en un cuenco, pero el método resultó ser poco práctico (en especial si el monje tenía que rezar fuera de su celda y llevar consigo una bolsa de piedras y un cuenco en la otra mano allá donde fuera).
El Rosario ha atraído a los fieles desde sus inicios, probablemente debido a que es fácil de recitar y a su sencillo carácter repetitivo meditativo, que permite una conexión clara y directa con la Escritura y la vida de Cristo. Sin embargo, la repetición reconfortante del Rosario, cuando se canta, eleva hasta nuevas alturas esta práctica meditativa devocional. Haz clic en el video a continuación para escuchar un canto gregoriano de Rosario al completo.