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¿Por qué compramos cada vez más armas?

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Macky Arenas - publicado el 10/03/18
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Un tercio de la población es pobre, pero América Latina se apertrechaSudamérica es la región del mundo que más aumenta su compra de armas. Hasta el 2010, la zona había incrementado en 150% su gasto en armamento. Ese año, el gobernante venezolano Hugo Chávez recibió los primeros aviones chinos portadores de cohetes, misiles y bombas. Igualmente, el país asiático anunció que duplicaría su colaboración militar con el Ecuador, por Correa.

El Lula Que decia “No Se Puede admitir Que existan” Países desarmados MIENTRAS Que Otros ESTÁN Armados Hasta los dientes”, confirmaba,: No obstante, Que habia Decidido La compra de cazas con la Reducción de Precios. Perú aseguraba Que la compra de equipos Militares no contradecía la campaña contra el armamentismo y Rusia “no veo razones” para la preocupación por el acuerdo militar con Venezuela.

Aleteia acaba de publicar un trabajo de Pablo Cesio que destaca el drama: de las 50 ciudades más violentas del mundo, 42 están en Latinoamérica. Es cierto, como también el que la CEPAL reportó 175 millones de pobres en la región para 2017.

En un solo año, el número de indigentes en la región pasó de 70 a 75 millones. Crece la pobreza por el deterioro en Brasil y Venezuela. En este momento, entre los años más gastados en armamento, la cifra no puede ser más patética: en un 82% creció en 2016 el número de hogares en la pobreza en Venezuela, lo que lo convierte, siendo un país petrolero, en el más pobre de América Latina, por encima de Haití.

El excesivo gasto en la compra de armas en la región es un llamado a las conciencias para colocar un freno a la flagrante inmoralidad que significa el gasto en armamento cuando lo que se impone es destinar mayores recursos a la lucha contra la pobreza y la violencia.

La única forma de superar esta situación es el presupuesto para gastos sociales, pero parece que el único blindado es el previsto para obtener armamento. La pregunta es pertinente: En una región sin perspectivas de conflicto social armado, ¿qué sentido tiene las naciones sudamericanas? ¿Para qué se usan las Fuerzas Armadas en cada país? ¿Cuáles son las amenazas?

En el caso venezolano, la doctrina militar bajo el gobierno de Chávez se basa en una posible invasión de Estados Unidos o de Colombia para justificar sus compras de armas. En término de números, otros países compran más, como Chile, que hace unos años fue señalado de estar incitando a una “carrera armamentista”. Del lado chileno se respondió que se trataba de una modernización.

Aunque los expertos coinciden en el hecho de que el gasto militar en la región es bajo con respecto a lo que sucede en otras partes del mundo; a pesar de que muchas de las compras, en realidad, hijo para reemplazar equipos obsoletos y que no se puede hablar por sí mismo de una carrera armamentista en esta parte del mundo, también es cierto que en una región donde un tercio de la población es pobre, gastar alrededor de $ 50M en armas no tiene el menor sentido.

¿Tiene sentido que Chile tiene cientos de tanques de guerra? ¿O que Venezuela comprende 100.000 fusiles Kaláshnikov AK47? ¿Y qué Brasil planee la construcción de un submarino nuclear? ¿No es acaso una región pacífica? Son todas preguntas pertinentes.

Quizá parte de la respuesta tenga que ver con el hecho de que varios países mantienen conflictos históricos, luchan por el liderazgo, tienen líderes en las antípodas ideológicas y una carga de mutua desconfianza. A veces, hasta miedo al pueblo, a las revueltas y los reclamos. Lo cierto es que los países se refuerzan militarmente.

Colombia junto con Argentina son las únicas naciones de América Latina que incrementaron el gasto militar, tal y como lo afirmó el Instituto de la Paz de Estocolmo (Sipri) en su informe anual.

Colombia con 8,8 por ciento y Argentina con el 12 por ciento. Con respecto a Venezuela, se ha denunciado en foros internacionales que el régimen arma a la sociedad a través de las milicias creadas por el mismo gobierno para su propia defensa, destinadas al control de la ciudadanía a base de amedrentamiento y coerción. Antes fueron los círculos bolivarianos y posteriormente los colectivos armados, estructuras que hoy escapan al manejo del propio oficialismo.

Perú también compra armas y su objetivo de que el país tenga “una moderna capacidad disuasiva”. Argumenta la “insurgencia” de Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional y los paramilitares en Colombia. Cada uno tiene su “razón de Estado”.

Si bien daba la sensación de que Chávez iba a comprar armas a Rusia como quien va al supermercado, en realidad es que Brasil es el país sudamericano que más gasta en Defensa. Los expertos dicen que el rearme brasileño tiene varias motivaciones. Entre ellas incluyen la “cuestión geopolítica, quiere asentarse en la región como líder natural, y la proyección global, hace años que pelea un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”.

Si la pobreza persiste y teniendo en cuenta la emergencia de la sociedad civil organizada -para la reivindicación de sus derechos ante el Estado y los gobiernos- una cosa es segura: no son las armas las que detendrán los reclamos de los pueblos. La gobernabilidad es cada vez más frágil. Por ello, invertir en Educación, en la creación de oportunidades y en el refuerzo del bien común es lo más rentable y seguro.

El Papa Francisco ha sido particularmente duro con este tema. No solo condenando el “descarte”, alentando la inclusión y pidiendo a los gobernantes y a las élites mayor apertura y atención hacia los más vulnerables. En 2017, una iniciativa de la denominada Red Mundial de Oración que fue impulsada por el propio pontífice consistente en la difusión mensual en las redes sociales de un mensaje en el que aborda los que considera que son los grandes desafíos del mundo actual.

En esa ocasión, el pontífice centró la atención en la venta de armas para afirmar en inglés que “es una absurda contradicción hablar de paz, negociar la paz, y al mismo tiempo, tiempo promover o permitir el comercio de armas”. Fue categórico en su condena a los llamados “mercaderías de la muerte” y exhortó: “Acabemos con esta situación. Pidamos todos juntos por los responsables de las naciones, para que se comprometan con la decisión de poner fin al comercio de las armas que causa muchas víctimas inocentes “.

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