El papa Francisco dedicó al "paraíso como meta de nuestra esperanza" la última catequesis de la serie sobre la esperanza cristiana.
"No existe ninguna persona, por muy mala que haya sido en su vida, a la que Dios le niegue su gracia si se arrepiente", predicó Francisco en la audiencia general del miércoles 25 de octubre de 2017 ante 25.000 fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
En una mañana soleada aseguró: "En las habitaciones de tantos hospitales o celdas de la prisión", se realiza el milagro del perdón y la misericordia que "se repite innumerables veces".
Siempre confiar en la misericordia
Asimismo, indicó que cada vez que "un hombre, al hacer el último examen de conciencia de su vida (antes de morir), descubre que todas sus "faltas" superan las "obras buenas", no "debe desanimarse, sino confiar en la misericordia de Dios".
"Dios es el Padre, y hasta el último momento espera nuestro regreso". Espera al hombre y a la mujer arrepentidos como "al hijo pródigo, que comienza a confesar sus faltas, y el padre le cierra la boca con un abrazo".
La palabra "paraíso" es una de las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la cruz y está dirigida a un pecador arrepentido.
El buen ladrón "ante su muerte inminente le hace una petición humilde a Jesús: ‘Acuérdate de mí cuando entres en tu Reino’.
No tiene obras buenas para ofrecerle pero se confía a Él. Esa palabra de humilde arrepentimiento ha sido suficiente para tocar el corazón de Jesús", expresó.
El Obispo de Roma habló del buen ladrón para recordar que Dios viene "a nuestro encuentro, teniendo compasión de nosotros".
"No existe ninguna persona, por muy mala que haya sido en su vida, a la que Dios le niegue su gracia si se arrepiente. Ante Dios nos encontramos todos con las manos vacías, pero esperando en su misericordia".
¿Cómo es el Paraíso?
En otro momento, el Papa describe cómo será ese lugar después de la muerte.
"El Paraíso no es un cuento de hadas, ni es un jardín encantado. El Paraíso es el abrazo con Dios, Amor infinito, y entramos gracias a Jesús, que murió en la cruz por nosotros".
En la línea de la esperanza cristiana añadió que "donde está Jesús, hay misericordia y felicidad; sin Él hay frío y oscuridad. En la hora de la muerte, el cristiano repite a Jesús: "Acuérdate de mí". E incluso si nadie más se acordara de nosotros, Jesús está allí, junto a nosotros".
Jesús quiere "llevarnos al mejor lugar que existe. Él quiere llevarnos allí con lo poco o lo mucho que hayamos hecho en nuestras vidas, para que no se pierda nada de lo que ya había redimido".
"Y en la casa del Padre traerá todo lo que todavía tenemos que redimir: los defectos y los errores de una vida entera. Este es el objetivo de nuestra existencia: que todo esté hecho y transformado en amor".
"Si creemos esto la muerte no nos da miedo. ¡Quien ha conocido a Jesús, no tiene miedo de nada!".
Al final de la catequesis, papa Bergoglio saludó a los peregrinos de lengua española.
"Los animo a poner siempre la confianza en el Señor, pidiendo que en el último momento de nuestra vida también se acuerde de nosotros y abra para nosotros las puertas del Paraíso".
La audiencia general se concluyó con el canto del Padrenuestro (Pater Noster) y la bendición Apostólica.