Decidir tener al bebé no fue fácil, pero ha sido la mejor decisión de mi vida
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He decidido escribir mi testimonio con el deseo de ayudar a muchas chicas que en este momento se encuentran tan desesperadas y perdidas como yo hace 14 años atrás.
Tenía 20 años cuando conocí a un chico que me deslumbró. Atento y caballeroso conmigo, me hacía sentir como una reina.
En nuestra primera cita me confesó que había tomado la decisión de esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, ya que había salido de una relación muy dolorosa por ese tema.
Me gustó la idea y decidimos juntos esperar. Pero pronto, con tan solo tres meses de conocernos, nos dejamos llevar y tuvimos relaciones. La falta de conocimiento y la inmadurez nos hicieron dejar atrás todos nuestros propósitos y promesas.
Luego de un mes nos enteramos que estaba embarazada. En ese momento pensé que se terminaba el mundo para mí. ¡Tenía tan solo 20 años y mis padres solo conocían a este chico de una vez que entró a mi casa para recogerme y más nada!
Me invadía muchísimo miedo, por no decir terror. ¿Qué iba a hacer? Sentía que se me truncaba la vida, mis planes, mis estudios… ¡tantos sueños que tenía por cumplir! De un momento a otro mi vida cambiaría completamente.
A pesar de mis miedos y temores decidí tener a mi hijo porque sabía que una vida crecía dentro de mí, que desde el primer segundo de su concepción era ya un ser humano, y que yo no era nadie para no permitirle continuar creciendo.
Mis actos irresponsables no podían ser un motivo para terminar con la vida que se estaba gestando en mí. Mi hijo no sería un “embarazo no deseado”, sino una bendición inesperada, la más grande de mi vida.
Mi enamorado me apoyó, así que hablamos con nuestros padres y decidimos casarnos y juntos recibir ese nuevo ser en nuestras vidas.
Él consiguió un trabajo que con las justas nos daría para sobrevivir los 3, y yo ya estaba convertida en madre cuando mis amigas aún empezaban a vivir su juventud.
Les confieso que no fue nada fácil, pero el sentir sus pataditas en mi vientre y sentir que la vida crecía dentro de mí, para luego de nueve meses recibirlo en mis brazos y mirar esa carita buscando mis ojos, los ojos de su mami ¡que era yo!, me hizo entender que había sido la mejor y más hermosa decisión que pude haber tomado en mi vida.
Ya mi hijo hoy tiene casi 13 años, y luego de él vinieron dos más que no solo me alegran la vida sino que me dan un motivo absoluto de luchar cada día por vivir de la mejor manera posible. Con cada sonrisa, con cada beso, con cada gesto de mis hijos puedo decir que soy feliz.
Quiero contarles también que hace dos años conocí La Opción V. De no ser por eso hoy yo estaría perdida, mi matrimonio destruido y mis hijos sufriendo por ello.
La Opción V rescató mi vida y la de mi familia, y gracias a ella procuro educar a mis hijos en la espera y en la búsqueda de un amor verdadero. La verdad es que no quisiera que ninguno de los tres tenga que verse en una situación como la que su papá y yo pasamos.
A ustedes jóvenes que me leen, desde mi propia experiencia, quisiera aconsejarles: ¡No quemen etapas y vivan la castidad! ¡Quisiera tanto poder haber conocido todo esto muchos años atrás!
Estoy convencida de que la virtud de la castidad los ayudará a encontrar un amor puro y real, libre de egoísmos y de ataduras, para que puedan tener a sus hijos en el tiempo adecuado, dentro de un matrimonio sólido, centrado en el amor.
Fernanda, 34 años. Testimonio escrito para La Opción V.
Artículo originalmente publicado por La Opción V