Aquí una clásica oración de consagración a la Virgen María, quizás compuesta en el siglo XVI:
Consagración
Oh, Señora mía, oh Madre mía,
yo me ofrezco todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto
te consagro en este día:
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón,
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad,
guárdame, defiéndeme, utilízame,
como instrumento y posesión tuya. Amén.
Además de ofrecerte tú -consagrarte- a María, puedes ofrecerle lo que vives, o lo que viven otras personas.
De hecho puedes ofrecerle cualquier cosa, si quieres rezándole esta plegaria incluida en una oración matutina escrita por el fundador del Movimiento de Schoenstatt, el padre José Kentenich:
Ofrecimiento
Cuanto llevo conmigo,
lo que soporto,
lo que hablo y lo que arriesgo,
lo que pienso y lo que amo,
los méritos que obtengo,
lo que voy guiando y conquistando,
lo que me hace sufrir,
lo que me alegra,
cuanto soy y cuanto tengo
te lo entrego como un regalo de amor...
Si antes de hacer o vivir cualquier cosa, se la ofreces a María, la afrontarás de una manera totalmente diferente a si no lo haces y los resultados pueden sorprenderte.
Te invitamos a hacer esta experiencia y a compartirla con nosotros a través de nuestras redes sociales o nuestro e-mail editorial_es@aleteia.org.