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3 buenas prácticas para ser un padre perfecto para tus hijas

FATHER AND DAUGHTER
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Edifa - publicado el 10/04/21
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Sé un buen esposo, muestra afecto por tus hijas y defiéndelas. Es un programa que les ayudará infinito

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Me acuerdo de un comentario perspicaz de un niño, observando cándidamente una boda en una iglesia: "La novia entra en la iglesia del brazo de un anciano y sale... con un joven".

Sea cual sea la vocación de nuestra hija, esta es la misión del viejo padre: desprenderse de un tesoro y ponerlo a salvo en buenas manos.

Para superar los tópicos edípicos, creo que los padres deberían insistir en tres buenas prácticas para acompañar a sus hijas en su conversión en mujeres.

1Ser un buen esposo.

En primer lugar, ¿qué hacemos en nuestro matrimonio? No olvidemos nunca que nuestra relación matrimonial está vigilada por nuestras hijas. Finos analistas de nuestros comportamientos e incoherencias, nuestras hijas son estudiantes en nuestra escuela. Sirvamos y apreciemos a nuestras esposas. Recemos por ella, por nuestros hijos, con ella y con ellos. La seguridad que ofrece un padre cariñoso que sirve a su esposa es la primera; va más allá del marco conyugal para fortalecer a todos los hermanos. En resumen, el amor de los padres ofrece una reserva inagotable de confianza a los hijos.

2No dudes en mostrar afecto a tus hijas.

La presencia física del padre en la familia es fundamental. Todavía nos quedamos a menudo demasiado atascados por una especie de modestia distante o neo-jansenismo. Bombardeemos a nuestras hijas con piropos, acompañémoslas en sus pasiones, compartamos con ellas momentos de calidad y sobre todo, con inmenso cariño, no dudemos de vez en cuando en abrazarlas en nuestros torpes brazos, con la debida reserva. Si no encuentran este consuelo emocional en el abrazo del padre, pueden buscarlo en otra parte, a riesgo de ser dañadas por jóvenes depredadores.

3El padre, el más ferviente defensor de sus hijas.

Por último, nuestras hijas deben ser conscientes de que siempre tienen en su padre el más ferviente de los apoyos. Defendámoslas con ardor. Nuestra mirada es decisiva. En particular, una palabra desafortunada sobre un defecto físico puede causar verdaderos estragos. Con humildad, pidamos perdón a nuestras hijas si nuestras palabras han excedido nuestros pensamientos. Invitémosles a un restaurante, compartamos una actividad deportiva, una salida cultural y, sobre todo, intentemos estar presentes para ellas.

La madre envuelve mientras el padre envía. La elección de amor del padre por su hija es un seguro a todo riesgo para afrontar el futuro con serenidad, es una plataforma de lanzamiento:

Arnaud Bouthéon

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