10 claves para cultivar la bondad en la familia
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Pero ¿cómo conservar y cultivar esta mirada de amor verdaderamente cristiano en familia? Algunos consejos para reforzar este saber estar en todos los miembros de la familia.
El concepto de la palabra bondad evoca no solo al de obrar ‘bien’, sino que también tiene una interpretación que no se entiende sin comunidad, sin consenso, sin unión fraternal. Sembrar una cultura de bondad en familia es dar a cada uno la misma atención, la misma importancia, la misma comprensión que desearíamos que nos dieran. A continuación tenéis 10 claves para lograr cultivar esta atención fraternal hacia los tuyos.
Imitar la mirada de Cristo
Intentar mirar a nuestro cónyuge o nuestros hijos como Cristo los mira, transforma la perspectiva que tenemos sobre los demás.
Evitar las discusiones que encolerizan
En familia, estando sentados a la mesa, mejor desterrar toda discusión sobre notas o resultados académicos de los niños, de lo contrario la comida se convierte en un momento penoso para ellos, el ambiente se tensa y tienen el sentimiento de no existir más que a través de su estatus de estudiante.
Rezar para mantener la calma durante las disputas
En caso de desacuerdo con nuestro cónyuge, evitar interrumpirle y mostrarnos dispuestos a escuchar. Si la irritación sube de tono, reza en silencio algunos segundos para calmarte antes de liberar palabras que puedan resultar demasiado duras.
Pasar tiempo de calidad con cada uno
Hay que dedicar tiempo libre a cada uno, hijo o cónyuge. Un rato, por breve que sea, en el que estemos enteramente a su disponibilidad. El beneficiario o beneficiaria percibe así que es importante a los ojos del otro y que se valora su compañía.
Escuchar a los hijos e invitarles a hablar
Al acostar a los niños, podemos invitarles a recordar dos acontecimientos de la jornada, el más triste y el más alegre, para comprender mejor aquello que influye en ellos y les motiva. Así, los niños se sentirán escuchados y podrán expresar más fácilmente sus emociones.
Convertir los errores de los niños en un trampolín
Es muy importante aprender a ver los errores de los hijos como oportunidades de aprendizaje. Preguntarles qué podrían mejorar de una situación los implica en su desarrollo y les enseña a evaluarse. A menudo nos sorprenderá la precisión de su dictamen.
Cultivar la aptitud de la gratitud
Se puede organizar de vez en cuando una comida en la que cada uno pueda dar gracias por las cosas que le vengan a la mente o a alguno de los miembros de la familia. Se puede hacer lo mismo felicitando a alguien por alguna acción particular o por sus propias cualidades.
Dar ejemplo de humildad
Es esencial saber reconocer nuestra responsabilidad en caso de mal comportamiento y disculparnos por ello. Es lo justo y, además, enseña a los niños a actuar de la misma forma.
Huir de las calumnias y las maledicencias
Cambiar de tema cada vez que la conversación patine hacia la crítica chismosa.
Animar y felicitar a los hijos
No hay que juzgar a los niños por sus defectos, sino por sus cualidades, eso les motivará e impulsará en el buen camino. Sea cual sea el centro de su interés, debemos cultivarlo y cosechar sus frutos.
Florence Brière-Loth