¿Qué es una buena confesión? ¿La que nos permite deshacernos de los pecados ya cometidos y sacar fuerzas espirituales para luchar contra nuestros vicios?
Una “buena” confesión no es una declaración de aduanas, o sea la simple enumeración de los pecados cometidos desde la última confesión y para los cuales se desea librar de la aduana.
Si es importante confesar las propias faltas y hacerlo con sinceridad, lo esencial es hacer esta confesión con un genuino arrepentimiento por lo que se ha hecho y una firme resolución de cambiar de conducta, con el ardiente deseo de vivir el mandamiento evangélico del amor.
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