Los niños suelen ser celosos. Y pueden mostrarlo de varias maneras: con rabietas, al no obedecer… Aquí algunos consejos para hacer frente a los celos
¿Es posible aceptar los celos de nuestro hijo sin enfadarnos o sin etiquetarlo de forma negativa con frases de este tipo? : “¡Muy mal! ¡No hay derecho! ¡Lo tienes todo y te comportas así?”
Son frases que demuestran cierta confusión.
Escuchar es una necesidad
Aunque estés tentado en dar consejos a tu hijo, responderle o interrumpirle con un comentario negativo no resultará bien. Recuerda que tu hijo simplemente necesita que lo escuches.
Las emociones y los sentimientos que provocan surgen sin previo aviso, provienen de nuestra percepción del mundo. No se trata de valorar lo que sienten como bueno o malo, las emociones son herramientas dadas la naturaleza para lidiar con las dificultades de la vida. Por eso, si intentamos razonarles y valorar como malo lo que viven, estaremos expresando a la otra persona que lo que está sintiendo y tratando de decir no es correcto. Cuando el entorno niega los sentimientos, el niño se menosprecia a sí mismo y actúa según lo que los demás esperan. Escucharle es ayudarle a construirse como persona.
No ser escuchado o entendido da la impresión de hablar con una persona sorda y puede llevar a sentimientos de violencia. Todo lo que se ha almacenado bajo llave se convierte en ira, agresividad, agitación, mentiras, o se expresa a través de varios dolores de estómago, dolores de cabeza, fiebre inexplicable.
El papel de los padres es ayudar al niño a resistir el impulso que los celos pueden provocar. Aunque escuchar es vital, poner límites a las pasiones para no convertirse en esclavo de ellas también es esencial: “Sí, puedes sentir celos, pero no es una razón para pegar a tu hermano”.
No te olvides de decir “Te quiero”
Mientras le vuelves a dar la seguridad de tu afecto, le ayudas a no alimentar los celos mediante un comportamiento inaceptable. El niño podrá entonces diferenciar entre lo que siente y lo que hace con ello y así también aprenderá que de los que será responsable es de sus acciones. Esto nos lleva a las palabras del Evangelio: “Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.” (Marcos 7:15).
Nuestro hijo puede experimentar emociones que nos asustan y nos dejan desarmados. Algunas preguntas para ayudarte a hablar con él y ayudarle a gestionar esas emociones:
- ¿Por qué crees que estás enfadado?
- ¿Crees que estás celoso de tu hermano (o primo, o amigo, o compañero?)
- ¿Tú sabes que yo te adoro? ¿Sabes lo mucho que te queremos?
Piensa qué mensaje quieres transmitirle. Si se trata de un mensaje de amor, será alentador para él. Un niño pequeño necesita escuchar estas palabras, junto con una serie de prohibiciones necesarias, que suelen ser más fáciles de formular.
Élisabeth Content (Asesora y terapeuta matrimonial y familiar)