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El sagrario es mi refugio y consuelo en la Tribulación (un Testimonio hermoso)

Claudio de Castro - publicado el 16/06/18

¿Crees que mi vida es fácil? No lo es. Como tú estoy expuesto a las tentaciones del mundo, a las dificultades. Enfrento los problemas cotidianos de un padre de familia que procura sacar adelante a su familia.

La vida no es fácil, pero sobre todas las cosas, es maravillosa. Un don de Dios.  Una oportunidad. Un misterio. Una gran oportunidad.

Cuando atravieso un momento de dificultad tengo mi refugio, donde me siento seguro, tranquilo y confortado. Me refugio en aquella pequeña capilla, un oratorio bellísimo, donde está el sagrario. Allí me encuentro con Jesús Sacramentado.

“Tu creaste el mundo”, le digo, “este problema debe ser como una tajada de papaya para ti”. Y siento que ambos sonreímos. Y es como si me dijera:

“Vamos Claudio, cuéntame, ¿qué pasó esta vez?”

Y me quedó con Él contándole mis problemas, pidiendo la gracia y fortaleza para poder salir adelante. A veces sólo le pido un abrazo. Nada más simple. “Sal del sagrario Jesús, regálame un abrazo”.

Jesús en el sagrario es mi amigo, sabes, mi mejor amigo, desde la infancia. Y me lo ha demostrado con creces.

A veces alguien me pregunta: “¿Y quién te asegura que Él está allí, en ese sagrario?”

Sonrío amablemente y le respondo: “Sentémonos un minuto… te voy a contar…” Y empiezo a relatarle cientos de testimonios que me han llegado y cientos más que he visto y me han impactado profundamente.

Después de esta experiencia maravillosa con Jesús sacramentado que te sumerge en la gracia, le hablo de la fe y del amor de Jesús por nosotros.

Hace unos días estuvo de paso por Panamá un sacerdote amigo, el padre José. Era judío. Su familia, hebrea.

Me cuenta que siendo hebreo salió un día a tomar café con un sacerdote amigo. Su amigo le preguntó si tendría inconveniente en acompañarlo a su iglesia a buscar unos documentos que iba a necesitar y se le quedaron en la oficina parroquial.

Entraron en la iglesia y el buen sacerdote se postró momentáneamente frente al sagrario y se quedó unos minutos en devota adoración.

Cuando se levantó, el otro le pregunta: “¿Por qué te arrodillas? ¿Qué hay allí?”. El sacerdote le explica lo que es el sagrario. Y continúan su camino.

Algo ocurrió en ese breve momento que sacudió su alma. Algo difícil de explicar, y que debes experimentar. La gracia irrumpió en su vida.

Al poco tiempo abrazó la fe, se bautizó y entró al seminario. Hoy es sacerdote para Jesús.

Hablar con él siempre es una alegría. Es un regalo tener un amigo sacerdote.

Nunca me canso de agradecer a Jesús en el sagrario, esta gracia tan especial.

“Que bueno eres Jesús”.

 

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