Ocurrió hace 15 años, un jueves Eucarístico. El tiempo ha pasado, pero el recuerdo sigue vivo en mi interior. Es el momento de la santa comunión. Los fieles se ponen en fila. Soy el quinto y estoy cerca del sacerdote.
Rezo. Agradezco.
“¿Cómo un Dios se rebaja a esto?” Me pregunto. El sacerdote le mueve a su voluntad y nosotros lo recibimos. Es algo demasiado grande para comprenderlo.
“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.” (Juan 6, 35)
Incapaz de comprender la grandeza del momento que se avecina, le doy gracias por permitirme a mí, un pecador, tocarlo, estar con Él, comer el pan de la vida.
Avanzo lentamente. Escucho al sacerdote decir:
“El cuerpo de Cristo”.
Y yo pienso:
“Qué maravilla Señor… Eres tú, verdaderamente”.
Una hostia resbala de la mano del sacerdote. Ocurre súbitamente. La veo caer en cámara lenta y me duele hondo el alma.
¡Es Jesús!
No lo pensé siquiera, me lancé para atraparla, que no tocara el piso, que nadie sin querer la mancillara.
No llegué a tiempo. Me arrodillé frente a Jesús que yacía en suelo. Le pedí perdón e imploré su amor.
¡Mi dulce y buen Jesús!
La recogí con gran devoción y la deposité nuevamente en las manos del sacerdote quien sonrió amablemente y me dijo en voz baja: “Gracias”.
Volví a mi puesto en la fila y esperé mi turno para comulgar.
A partir de ese día empecé a fijarme cuando en alguna parroquia usan la bandeja de comunión. Me intrigaba saber si caen partículas de hostia consagrada. Efectivamente. He visto algunas bandejas llenas de partículas de todos los tamaños. Allí está Jesús.
Es casi inevitable… si no se usa la bandeja de comunión o la patena, para prevenirlo, Jesús caerá al suelo.
He visto lo difícil que es para sacerdote dar la comunión cuando las misas están llenas. Y tener esta delicadeza con Jesús. Podemos ayudarlos. Hacerlo por Jesús.
A veces es un copón lleno de hostias, otra un movimiento de la mano y la hostia resbala, otras, partículas que caen al suelo y luego son pisoteadas por los que avanzan para comulgar, sin saber que allí está Jesús.
En algunas parroquias he visto copones que traen incorporadas unas patenas para evitar esta tragedia y que el cuerpo de nuestro buen Señor no sea pisoteado.
¿Qué puedes hacer?
Pide al sacerdote que te oriente y prepare, para que en las misas puedas ayudarlo al momento de la comunión, portando una patena o bandeja de comunión.
Apoyemos a nuestros sacerdotes.
Ten ese gesto de amor con Jesús.
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REDEMPTIONIS SACRAMENTUM
Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía
[93.] La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.[180]
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Te dejo con esta bella canción: