Quedar en paro es muy doloroso a cualquier edad. Pero más si ocurre cuando has entregado tus mejores años a una empresa.
Piensas que nadie te va a contratar y que el mundo no te dará otra oportunidad, que esto no es justo.
He visto a muchos perder los trabajos y quedar cesantes sin ninguna posibilidad aparente, pero también supe de algunos que tuvieron una nueva oportunidad y les fue mejor.
La vida está llena de oportunidades.
Hace unos días un amigo me escribió:
«Acaban de despedirme. Me faltan 10 años para jubilarme. No sé qué hacer. A mi edad, nadie me va a dar trabajo».
El valor de la experiencia
A esa edad posees una sabiduría que es invaluable. Conoces a la perfección la estructura de una empresa, sus fortalezas, debilidades, has tenido muchas experiencias positivas que puedes aprovechar.
Eres como una enciclopedia ambulante.
Estás lleno de conocimientos que pueden cambiar el mundo. ¿Por qué no lo haces? La respuesta es sencilla. Acabas de perder tu empleo y te sientes desvalorizado.
Manos a la obra
No les importaron tu edad, ni los años de vida que le cediste a la compañía, ni tu empeño en trabajar con ahínco. Sientes que estás suspendido en el vacío. Y no sabes qué hacer.
Me ha ocurrido un par de veces. Y créeme, puedes salir adelante.
Oración
La última vez que crucé las puertas de una empresa con la carta de despido en mis manos. me dirigí a una capilla cercana, donde tienen un hermoso sagrario y una bella imagen de la Virgen.
Después de rezar y conversar con Jesús me acerqué a la Virgen y le dije:
«Dejo esto en tus manos. Sabes que mis hijos están pequeños, que tengo deudas, que el dinero no alcanza… Pero me voy confiado sabiendo que tú me ayudarás».
Creatividad y renovar fuerzas
Llegué a mi casa, le conté a mi esposa, hicimos las maletas y nos marchamos con los niños. Partimos de vacaciones, en auto, por el interior del país. Nos quedamos quince días disfrutando, renovando mis fuerzas.
En esos días recé y reflexioné mucho. La vida es injusta, pero también es hermosa y merece la pena ser vivida en plenitud.
Me pregunté cómo podía ayudarme el mundo cambiante de la tecnología que empezaba a florecer.
Esfuerzo y apertura
Debía esforzarme y aprender nuevas tendencias de la Tecnología, el marketing digital, cómo hacer mi página web…
Me inscribí en diferentes cursos. Tenía un hambre insaciable de conocimiento. Así, poco a poco, empecé a encontrar nuevas oportunidades.
Lo más importante que hice fue tomar estas dos resoluciones que harían la gran diferencia:
«NO ME IBA A RENDIR«.
«CONFIARÍA EN DIOS… A PESAR DE TODO».
Pasaron los años. Superé aquellos momentos de dificultad y aquí estoy, sentado frente a mi ordenador, disfrutando lo que siempre quise hacer…
Los peores enemigos
¿Mi consejo si te ocurre?
No dejes que te paralicen tus peores enemigos:
El miedo, la incertidumbre y el desaliento.
Permite que te acompañen: el buen ánimo, la esperanza, tu familia y Dios. Juntos serán un gran equipo.
Ya verás cómo vas a salir adelante.
¡Ánimo! ¡Tú puedes!