A menudo me lo pregunto. “¿Cómo se sentirá la cercanía de Dios? Saberlo cercano junto a nosotros. Poder dialogar con Él. Preguntarle aquellas cosas que siempre quisiste”.
Ha de ser una experiencia maravillosa, íntima, inexplicable.
La Biblia nos dice que Jesús pasaba noches en oración unido al Padre.
“Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios” (Lc. 6, 12).
¿Qué ocurría en esos momentos sagrados de oración?
Muchos santos también tenían esa experiencia, siguiendo sus pasos, como santo Domingo de Guzmán, san Felipe Neri y san Francisco de Asís con aquella hermosa oración en que cuestionaba a Dios buscando respuestas: “¿Quién eres Tú? ¿Quién soy yo?”
Quise experimentarlo y he pasado una semana madrugando, buscando al Padre en medio del silencio y su hermosa creación. También buscando respuestas a mis muchas inquietudes.
Y es que cada día enfrentamos nuevas dificultades que no compremos. Quisiera estar en su presencia amorosa y entender. Sé que es algo iluso. Yo un simple mortal y Él Dios inmortal, eterno, que todo lo sabe y todo lo ve.
Tal vez estar en su presencia sea suficiente para llegar a la conclusión que tantos han llegado a través de los siglos: “Dios es amor”.
Me bastó decir: “¿Quién eres tú?”, para darme cuenta de mi infinita ignorancia.Pero Dios, tan amable como todo buen padre no quiso dejarme sin respuesta. Y todas vinieron a mí, de las sagradas Escrituras, pude verlas, una tras otra y al final luego de repasarlas llegué a la misma conclusión de Job:
“Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable” (Job 42, 2).
Me sentí profundamente amado.
No ha sido sencillo ir cada madrugada a rezar y procurar estar en su presencia. Dios y yo. Qué pequeño me sentía en esos momentos. ¿Cómo osaba cuestionarlo? Opté por dejar que me inundara con su amor. Lo experimenté a manos llenas.
El sueño me vencía por momentos. Y me decía: “¿Qué hago aquí?” Pero dentro mí bullía como un anhelo inexplicable, algo que me impulsaba a buscar a Dios a esas horas. Me movía a perseverar en la oración. Es como si Dios te diese a probar pedacitos de cielo. En esos momentos te das cuenta lo poco que valen las cosas materiales por las que tanto te afanas. Y solamente quieres conocerlo más, para amarlo más.
………………..
Querido lector puedes escuchar y compartir este audio blog, esta hermosa reflexión grabada por nuestro autor.
Te invitamos a conocer la interesante página de CLAUDIO DE CASTROen la que podrás conocer sus libros. Sobre todo el libro para el ADVIENTO 2016.