¿Por qué pierdo los papeles en una discusión crispante con un adolescente y consigo “lucir” un autocontrol sorprendente en otros momentos no menos complicados?
Empecé la semana zarandeando a mi hijo y unos días después me he sorprendido a mí misma zanjando la cuestión con otro estilo, que a mí desde luego, me ha dejado más satisfecha.
Y no solo eso. De este modo, el ambiente en casa se resiente menos, doy ejemplo de aquello que pretendo lograr en mi hijo y la relación no queda tocada para una conversación en condiciones, pasado el temporal.
En mi caso el cansancio juega un papel crucial a la hora de gestionar estas situaciones. Pero me doy cuenta de que también cuando estoy agotada soy capaz de reaccionar como deseo, si me lo propongo; si controlo mi mente, vamos. Hablando claro.
El que no tenga hijos en casa, o no tenga hijos adolescentes, probablemente pensará que hablo de chorradas. Pero los que sí los tenéis, sabéis que no es así. Porque aunque todos tenemos en la cabeza cuál es el modo ideal de proceder, la paciencia es finita y no todos los días estamos igual de acertados.
Pero yo que soy muy, pero que muy práctica, aunque solo soy una novata en batallas adolecentes, tengo más que comprobado que necesito menos paciencia e invierto menos energía cuando consigo frenar en seco y bajarme de su tren, que cuando me enreda en su discurso. No sé si me explico.
“Mi adolescente favorito” no siempre cuenta lo que le pasa, pero yo que soy su madre, sé cuándo simplemente está cansado y cuándo hay un porqué. También he descubierto dos reglas de oro. Transmitirle que no podemos confiar en él, solo empeora las cosas y darle la oportunidad de que haga algo por la familia (como preparar la cena) siempre las mejora.
Aprender a mostrar el cariño a un chico de esta edad tampoco es tarea fácil y sin embargo lo necesitan tanto como los pequeños. Al fin y al cabo, nada como un abrazo para hacer sentir bien a alguien. Más de una vez he logrado cambiar de tercio una situación de bloqueo ofreciendo un abrazo y la posibilidad de volver a empezar de nuevo.
Llega el fin de semana. La hora de la verdad porque es cuando estamos los cinco en casa y cuando más discusiones se producen. Deseo con todas mis fuerzas poner en práctica lo que sé que funciona, lo que sé que no hiere y hace que disfrutemos estando juntos. Vamos a ello. Sin perder los papeles. @amparolatre