Gracias Sara por ser tan considerada. Te has puesto enferma cuando estaba la “súper abuela” con nosotros. Así se hace. Buena chica.
Desde luego, eres un encanto de niña. Hazlo también así la próxima vez. Aunque pensándolo bien no sé si será posible porque la abuela viene a vernos cada mes y medio y tú te pones enferma cada diez días aproximadamente.
Tienes que tratar de coordinarte mejor con ella ¿eh? Eso tienes que mejorarlo. Prométemelo.
Ay… no sé si reír o llorar. Por lo pronto y aprovechando que la abuela está en casa, ayer fui a darme un masaje, que mi espalda está hecha unos zorros. Como sé que en unos días Sara volverá a caer víctima del próximo virus que ronde por el ambiente y ya no tendré a mi madre aquí, he de cuidarme ahora que puedo. ¿No os parece?
Al llegar a casa me fui directa a achuchar a Sara, que ardía. Me puse tan seria, que se dio cuenta que estaba hablando de broma:
– “Sara no me has obedecido. Te dije la semana pasada que tenías prohibido volver a ponerte enferma hasta después de Navidad. ¡Y no me has hecho caso!”.
– “Mamá, yo sí te obedezco, pero es que la fiebre no me obedece a mí”.
No me extraña que sus hermanos la persigan por las esquinas para abrazarla.
Pues esto es lo que tenemos en casa. Para que algunos digan que muestro una imagen edulcorada de la maternidad. Lo que sucede es que hoy estoy con energía y ante el desastre he decidido reír, por no llorar. La próxima vez que mi benjamina caiga enferma, me veréis llorar por las esquinas. @amparolatre