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‘Here’, la nueva película de Robert Zemeckis, ya disponible en plataformas, se parece mucho a la vida. A la vida doméstica en familia. En realidad el tiempo que pasamos con nuestras familias suele transcurrir bajo el techo del piso, de la casa, del chalet o del apartamento, dependiendo de dónde viva cada uno.
Basada en la novela gráfica homónima de Richard McGuire, relata la historia de un espacio (un territorio natural que acaba convertido en vivienda) a través de los seres humanos que lo habitan. El filme está sujeto a algunas reglas del cómic: la pantalla va fraccionándose en parcelas o viñetas en las que vemos cómo pasa el tiempo y se alternan los personajes. A veces se conjugan hasta tres épocas distintas en un plano.
Durante todo el metraje la cámara no se moverá de un punto fijo, que, cuando construyan la casa, estará en el centro del salón, espacio donde la vida hogareña suele concentrarse. El inicio es ejemplar: primero vemos un territorio natural que atraviesan los dinosaurios; asistimos después al impacto del meteorito y cómo la naturaleza, arrasada, se recupera y la tierra se transforma y resurge la vida hasta que llegan los indígenas, luego los colonos y, finalmente, los habitantes de la casa recién construida y el cambio de unos inquilinos a otros… hasta alcanzar los tiempos del covid.
Esta perspectiva de cámara fija en un mismo ángulo puede sonar, sobre el papel, tediosa y asfixiante… pero en ningún momento es así. De ello se encarga el montaje: lo que vemos es una sucesión de escenas a la manera de viñetas que alternan continuamente tiempo e historias, mediante flashbacks e insertos que pasan de un siglo a otro.
Alegría, esperanza, pérdida, amor… la vida sucede

La de arriba es una frase promocional y da una definición exacta de la película. ¿Qué nos cuenta Zemeckis en ese único espacio? Más cosas de las que podríamos imaginar porque, repetimos, la vida occidental en esencia transcurre entre cuatro paredes (si exceptuamos parte del ocio, los empleos y la educación).
En Here veremos cenas y banquetes tradicionales, fiestas sorpresa y festejos de Halloween y de Nochevieja, juegos de niños y personas haciendo la limpieza, besuqueos de parejas, noticias buenas y noticias terribles, discusiones maritales y anécdotas antiguas y gamberradas infantiles, risas y dramas y decepciones, anuncios y fotos de familia, comienzos de la pérdida de memoria y pasos hacia la vejez, e incluso bodas, nacimientos y funerales. Estos últimos, aunque ahora suenen raro, no se alejan de la realidad de antaño: si no les daba tiempo a llegar al hospital, las mujeres daban a luz en la propia casa; y en muchos hogares el ataúd se velaba en el interior del hogar, en vez de en la frialdad aséptica de un tanatorio.
La familia central de Aquí la constituyen Al (Paul Bettany), un veterano de guerra medio sordo, y Rose (Kelly Reilly), ama de casa. De sus tres hijos, Richard (Tom Hanks), el primogénito, se casará muy joven con su novia Margaret (Robin Wright), criando en la casa a Vanessa, la hija de ambos, lo que incrementará la frustración de la madre, que siempre quiso un espacio propio para ella y su marido.
No se olvidan los guionistas de las raíces religiosas de la familia central, la de Al y Rose y Richard y Margaret, mediante algunas alusiones: además de las bendiciones de la cena de Acción de Gracias, hay un momento en el que encuentran un objeto que se había extraviado y Vanessa dice que Dios lo puso allí porque ella rezó, lo cual (dicen sus progenitores) sería considerado un milagro por algunas personas. Tampoco se olvidan de la faceta artística y de los sueños frustrados: padres que hubieran querido dedicarse al arte (lo cual hará Richard al alcanzar la mediana edad) y madres que hubieran querido viajar por el mundo (lo cual hará Margaret con Vanessa).
Robert Zemeckis es uno de los exploradores más firmes del cine: en cada nueva película trata de dar un paso más allá, sobre todo en lo referente a los lazos entre la técnica y la narrativa y cómo conectarlas para que funcionen. No siempre el resultado es redondo. De hecho, y aunque sus películas siguen siendo interesantes (lo demuestran Aliados, El vuelo, El desafío o Cuento de Navidad), no ha vuelto a ofrecer algo tan sólido, emotivo o rompedor como Náufrago, Forrest Gump, la trilogía de Regreso al futuro, Tras el corazón verde o La muerte os sienta tan bien.
Here se acerca a las excelencias de antaño sin ser perfecta. Entre sus virtudes se agradece el montaje a la manera del cómic, que logra que una película de cámara fija parezca dinámica; se beneficia de un guion en el que no solo hay cabida para lo cotidiano, sino que hay alusiones a hechos ineludibles de la Historia; y es notable el modo en que nos cuenta el transcurrir del tiempo en un mismo espacio, reflejando cómo son las vidas habituales y cómo crecemos, forjamos una identidad, cumplimos sueños (o no), prosperamos y nos metemos en la vejez. Su visión provoca cierta tristeza porque, en realidad, nos está colocando un espejo delante y no siempre es fácil de aceptar. Muchas de sus decisiones visuales son narrativamente asombrosas.
Entre los defectos, por citar algo, está la falta de argumento, dado que al final la cinta es una suma de momentos, de vistazos a vidas; y también el abuso de efectos digitales en bastantes planos, que en ocasiones la emparentan demasiado con la composición visual de un videojuego.


