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Esta Cuaresma, si eres mamá, sigue los propósitos de una beata

Beata Conchita Cabrera de Armida
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Majo Frias - publicado el 05/03/25
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Conchita Cabrera escribió 47 propósitos referentes a su relación con su esposo y al cuidado de sus hijos y hogar. Estos puntos, orientados a alcanzar la santidad desde su realidad como ama de casa, podrán ayudar a todas las mujeres madres que aún se preguntan qué podrían ofrecer durante esta Cuaresma

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Usualmente, al llegar la Cuaresma fijamos propósitos o pequeños sacrificios a seguir durante 40 días. Estas pequeñas acciones cotidianas, además de convertirse en un ofrecimiento a Dios, nos ayudan a ejercitar una virtud o corregir un vicio que daña nuestra relación Él.

Para las madres y amas de casa, cuya misión es muy especial, Conchita Cabrera puede ser una especial aliada y fuente de inspiración durante la Cuaresma.

Esta mujer, esposa y madre de nueve hijos, dedicó especial amor y atención a su hogar. Consciente de su papel como madre de familia, procuró la santificación de sus hijos y esposo, ofreció amoroso cuidado a todos ellos y trabajó activamente por hacer vida el Evangelio y predicar con el ejemplo de vida.

En 1894, al salir de unos ejercicios espirituales, escribió una lista de 47 propósitos que la ayudarían a ser cada día más santa en su realidad particular. Por órdenes de su director espiritual, los dividió en tres grupos: su relación con su esposo, su papel cotidiano de madre y sus actitudes frente al personal de servicio de su hogar.

Su misión de madre, lo más importante

En 1899, escribió en su diario que, aunque era solicitada en las reuniones y fiestas, tenía claro que su misión primera se encontraba en la educación de sus hijos, pues tenía que formar sus corazones y luchar con sus caracteres, "quitando todo lo malo y fomentando lo bueno".

"Grande paciencia y grande prudencia y virtud necesito para cumplir santamente esta misión de madre. En todas mis oraciones el primer grito del corazón es para pedir gracias para mi esposo e hijos, claro está que espero todo de lo alto, todo de ese Dios infinitamente bueno y de esa María, Madre de todos, a quien se los tengo especialmente encomendados".

Estos son algunos de los propósitos escritos en la lista creada por Conchita que podrían inspirar a todas las mujeres que, así como ella, fueron llamadas a ser portadoras de la Buena Nueva en sus hogares y custodias de los corazones de sus hijos:

1Matrimonio

Consejo: "Con mi marido: tendré cuidado de no perder su confianza antes ganármela más y más; informándome de sus negocios, pediré luz a Dios para aconsejarlo rectamente.

Respeto: "Jamás hablaré mal, en lo más mínimo, de su familia; siempre la disculparé, teniendo cuidado de que respete la mía".

Acuerdos: "En cuanto a la educación de mis hijos haré porque siempre caminemos de acuerdo, habiendo energía y rectitud de ambas partes, con especialísimo cuidado".

Dulzura: "Procuraré que siempre encuentre en mí consuelos santos, dulzura y abnegación completa. Igual de carácter en todas las circunstancias, y él sí que vea traslucirse a Dios en todas mis obras para su provecho espiritual".

Espiritualidad: "Tendré especial cuidado de su alma; con tino, buscaré las ocasiones de inclinarlo a Dios sin que lo sienta, de hablarle de Él, dejando caer las palabras en su corazón que, como semilla, produzcan su efecto".

2Hijos

Formación en la caridad: "Les fomentaré la caridad para con los pobres, haciendo que, quitando un poco de lo que tienen, les participen personalmente".

Formación en la piedad: "No les fastidiaré cargándoles de rezos y haciéndoles pesada la piedad; todo lo contrario, procuraré hacerla agradable a sus ojos y que naturalmente la busquen comenzando a dar vuelo al alma con pequeñas jaculatorias.

Formación en la virtud: "Estudiaré sus caracteres, y apretaré donde convenga, sin dejarme arrastrar por el cariño natural. No los consentiré en general (...) Sabré imponérmeles a la vez que atraerlos a la confianza".

3Hogar

Administración y caridad: "Velaré por las economías sin descender a extremos, teniendo cuidado de que nada falte a los demás y haciendo personalmente muchas cosas que implicarían gastos. Estaré siempre despierta a todas las circunstancias. Daré del gasto las limosnas que pueda".

Siempre adelante

Y reconociendo que el camino hacia la santidad no es sencillo -y que, naturalmente, habrá tropiezos- , escribe para sí misma un recordatorio que dará esperanza en aquellos días en los que, a pesar del esfuerzo, fallemos en nuestro propósito:

"No me inquietaré si las circunstancias impiden mi reglamento de vida, sino que tranquilamente continuaré. Seré flexible ante las dificultades, siempre humillándome y siempre ¡adelante, adelante!"

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