En el Evangelio del día, reflexionamos sobre la historia del padre que pide ayuda para su hijo poseído por un espíritu maligno. Aquí se nos invita a reflexionar sobre nuestra reacción ante los peores momentos de nuestra vida, pero también aquellas ocasiones en que creemos que estamos más lejos de Dios, podemos encontrar la fuerza en Cristo para superar cualquier crisis.
En la reflexión que el padre Giovanni hace, nos comparte:
¿Por qué a veces sentimos que nuestra fe no es suficiente?
En este evangelio, Jesús baja del monte de la Transfiguración y encuentra a sus discípulos rodeados por una multitud. Hay discusión, confusión y un padre desesperado que busca ayuda para su hijo poseído por un espíritu maligno.
Los discípulos han intentado expulsarlo, pero no han podido.
Cuando Jesús pregunta qué sucede, el padre del niño le dice:
"Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos."
La respuesta de Jesús es impactante:
"¿Si puedes? Todo es posible para el que cree."
El padre, con el corazón en la mano, exclama:
"Creo, Señor, pero ayuda mi poca fe."
Este hombre no pretende tener una fe perfecta. Reconoce que cree, pero que su fe es frágil.
Y aquí está la clave: Dios no necesita una fe gigantesca, solo una fe sincera.
No importa si a veces dudas, si te cuesta confiar, si hay momentos en que sientes que no puedes más. Lo importante es que sigas buscando a Jesús y le pidas que fortalezca tu fe.
¿Por qué los discípulos no pudieron expulsar al demonio?
Después del milagro, los discípulos le preguntan a Jesús en privado:
"¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?"
Jesús responde:
"Esta clase de demonios solo se puede expulsar con oración."
Aquí hay una lección profunda: hay batallas que no se ganan con esfuerzo humano, sino con vida espiritual.
Los discípulos confiaban en su experiencia, en su autoridad dada por Jesús. Pero olvidaron lo esencial: la conexión con Dios a través de la oración.
A veces queremos que Dios haga milagros en nuestra vida, pero descuidamos nuestra relación con Él.
Queremos respuestas sin oración, soluciones sin buscar su presencia, fuerza sin alimentar nuestra alma.
Pero Jesús nos deja claro: para vencer ciertas luchas, la oración es indispensable.
"Creo, pero ayuda mi poca fe"
Esta debe ser también nuestra oración. No se trata de tener una fe perfecta, sino de pedirle a Dios que la haga crecer.
Si hoy sientes que tu fe es débil, no te alejes, acércate más a Jesús.
Si hay luchas que parecen imposibles, no te desesperes, ora con insistencia.
Dios no te pide una fe gigante, solo que confíes y sigas creyendo.
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