Hoy, en el Evangelio del día, vemos un encuentro poderoso entre Jesús y un hombre poseído por un espíritu maligno. Este hombre, atrapado en su dolor y sufrimiento, vivía en un estado de desesperación y esclavitud. Sin embargo, cuando Jesús llega, todo cambia.
En la reflexión que el padre Giovanni hace del Evangelio de hoy, nos comparte más a detalle este pasaje:
¿Qué cadenas te tienen atado?
Jesús llega a la región de Gerasa y se encuentra con un hombre poseído por un espíritu maligno. Nadie podía controlarlo. Vivía entre los sepulcros, gritando y lastimándose con piedras. Era un hombre roto, sin esperanza, atrapado en su propio tormento.
Pero cuando ve a Jesús, algo cambia. Se acerca, se postra y grita: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo?"
El demonio sabía quién era Jesús, pero no podía resistirse a su poder.
Jesús le ordena salir, y los espíritus entran en una piara de cerdos que se lanzan al mar. El hombre que estaba poseído queda libre, transformado, en paz.
Pero lo más sorprendente es la reacción de la gente. En lugar de alegrarse, le piden a Jesús que se vaya.
¿Por qué? Porque el poder de Dios incomoda. Porque preferimos una vida controlada por el miedo antes que una vida transformada por Cristo.
Este hombre había estado encadenado física y espiritualmente. Hoy muchos viven igual: atados a sus pecados, a sus heridas, a su pasado.
Pero Jesús vino a romper cadenas. No importa cuán perdido estés, cuán atrapado te sientas, Él tiene el poder para liberarte.
Cuando el hombre liberado le pide seguirlo, Jesús le dice algo clave:
"Vuelve a tu casa y cuenta lo que Dios ha hecho por ti."
Dios no solo te libera, también te envía. Si Él ha transformado tu vida, no te lo guardes. Cuéntalo, vive diferente, muestra que Cristo ha obrado en ti.
Hoy Jesús quiere hacer lo mismo contigo. ¿Vas a dejar que Él rompa tus cadenas o vas a seguir viviendo entre sepulcros?