El 25 de diciembre, justo antes del discurso Urbi et Orbi del Papa Francisco, dos grupos musicales iniciaron solemnemente la Marcha Pontificia. Exactamente igual que 75 años antes, cuando el Papa Pío XII decidió adoptarla como himno del Vaticano, en sustitución del anterior himno, la Gran Marcia Trionfale.
Fue en 1857 cuando Pío IX encargó este primer himno de la historia del papado, que estaba entonces a la cabeza de los Estados Pontificios. Esta alegre obra fue compuesta a ritmo ternario en estilo vienés por un tal Viktorin Hallmayer. La música era el caballo de batalla del austriaco, que era ante todo el comandante del 47º regimiento de infantería de línea que el emperador Francisco José había decidido desplegar para proteger el territorio pontificio de las ambiciones nacionales de la familia Saboya y de su aliada, la Francia de Napoleón III.
La pieza se tocó por primera vez durante una visita del Papa a Bolonia (la segunda ciudad de los Estados Pontificios en aquella época) el 9 de junio de 1857, y después de nuevo durante las otras paradas de su gira en Ferrara, Rávena, Módena y Florencia. En Roma, los lugareños acogieron el nuevo himno con cierta ironía, apodándolo "Saltarello", de saltare, saltar.
Gran Marcia Trionfale vs Marcha Pontificia
Dos años más tarde estalló la Segunda Guerra de Independencia italiana, durante la cual los nacionalistas italianos y Francia aplastaron a los austriacos. Esta derrota condujo a la desaparición gradual de los Estados Pontificios, que concluyó en 1870 con la entrada de los ejércitos italianos en la ciudad de Roma. Con la desaparición de los territorios pontificios, desapareció también la necesidad de un himno, hasta la firma de los Pactos de Letrán en 1929, cuando la Gran Marcia Trionfale fue restaurada por Pío XI.
Según varios testimonios, a su sucesor, Pío XII, no le gustaba especialmente la melodía danzante de la Gran Marcia. Prefería otra pieza vinculada al papado, la Marche pontificale de Charles Gounod, caracterizada por un tono más majestuoso y sereno.
Esta composición había sido ofrecida al Papa Pío IX por el autor de Fausto como gesto de devoción filial. Se interpretó por primera vez en un gran concierto organizado en la plaza de San Pedro para celebrar su jubileo sacerdotal en 1869. La pieza tuvo un éxito inmediato, e incluso fue citada como "himno pontificio" por L'Osservatore Romano de la época.
Una versión cantada
Nunca olvidada y más solemne, la Marcha Pontificia fue elegida por Pío XII para sustituir al himno anterior en una ordenanza del 16 de octubre de 1949, que entró en vigor el 1 de enero de 1950. Sin embargo, la pieza se interpretó el 24 de diciembre de 1949, día de la apertura de la Puerta Santa, justo después de una última interpretación de la Marcia. Para la ocasión, el organista de la Basílica de San Pedro, Antonio Allegra, añadió una letra en italiano a la composición instrumental de Gounod.
Aunque el himno se canta poco, existe otra versión con letra en latín. Fue compuesta por el canónigo Raffaello Lavagna con motivo del 15º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, en 1993, que fue también el centenario de la muerte de Charles Gounod.