Es difícil comentar una película tan sorprendente como Hereje sin desvelar demasiados pormenores de la misma para que el público tenga la información justa antes de verla. Podemos intentarlo hablando solo del inicio de su argumento.
Dos chicas religiosas que rondan los 18 o 19 años, la Hermana Barnes (Sophie Thatcher) y la Hermana Paxton (Chloe East), colaboran en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en calidad de misioneras mormonas que van llamando a los domicilios para predicar la Palabra.
En la escena de apertura se plantean si ciertos productos que vende el marketing son verdaderos o falsos, lo que nos indica que en el argumento habrá cuestiones en torno a la duda y las creencias. Luego llegan a la casa de un hombre encantador y a la vez extraño, Mr. Reed (Hugh Grant), quien había pedido información acerca de la Iglesia a la que pertenecen las muchachas.
Una de sus normas dicta que, por seguridad, no pueden acceder a la casa de un hombre si no hay una mujer en el interior: Reed les asegura que su esposa está dentro, atareada en la cocina, y que pronto saldrá a conocerlas porque en ese momento elabora un pastel de arándanos. Ambas pasan al interior y el hombre les ofrece asiento y bebidas antes de comenzar la charla. Pronto descubrirán que, en efecto, Reed oculta algo, como si quisiera jugar con ellas enfrentándolas a la naturaleza de su fe.
Éstos son solo los 10 primeros minutos y, por tanto, no desvelaremos más. Se trata de un filme que cuenta con un guión muy inteligente, donde el espectador tiene que estar atento para no perderse una coma de todas las informaciones que sueltan los personajes en torno a la Historia y la Religión. Dirigen Scott Beck y Bryan Woods, dos cineastas norteamericanos que suelen escribir y dirigir juntos sus películas, que conforman una brevísima filmografía en la que han jugado con los géneros: el terror, el slasher y la ciencia ficción.
Heretic pertenece a otra categoría: la de suspense y terror psicológico. A sus responsables les basta con la atmósfera siniestra de la casa de Mr. Reed y la interpretación de un inmenso Hugh Grant (en uno de los mejores trabajos de su carrera) para inquietarnos desde el minuto en que éste abre la puerta de su domicilio y empezamos a sospechar que puede tratarse de un viejo lobo que se ha disfrazado de cordero.
Encontrar tu propia fe: una lucha muy personal
Hay una escena en la que uno de los personajes dice: “Es muy importante encontrar una fe y una doctrina en la que uno crea, y eso es una lucha muy personal”. Si nos fijamos cuando termina el largometraje, éste es el motor que mueve Heretic y a partir del que se van formulando interrogantes al espectador: ¿por qué creemos en lo que creemos?, ¿cuándo y por qué decidimos creer?, ¿obedece a una cuestión personal o a una tradición familiar?
Que una obra del género de miedo nos plantee preguntas resulta muy reconfortante: significa que no toma a los espectadores por tontos, sino que sabe que así se estimula la inteligencia de los mismos y que deberemos reflexionar como no lo hacíamos durante, por ejemplo, la franquicia de Viernes 13.
Además del tema de la fe, hay otra temática importante en el filme, y por desgracia aún muy actual: lo vulnerables e indefensas que se sienten muchas mujeres cuando, por un engaño o por un equívoco o por una mala elección, terminan en el domicilio de la persona equivocada, que suele ser un hombre con trazas de dominante o jefe de la manada o, simplemente, una especie de diablo.
Volviendo a Hugh Grant, cada día mejor actor y más versátil desde que le ofrecen papeles variados: él orquesta toda la película y nos cautiva con su interpretación, tan inesperada como sorprendente. Ya ha sido nominado a varios premios, entre ellos el Globo de Oro, y, aunque le costará quitarse el estigma de “estrella de comedias” (lo que también le sucedió a Tom Hanks), esperemos que este trabajo le garantice otros personajes igual de anómalos y complejos.