"Cuando era fabricante de armas, pensaba que la guerra formaba parte de la naturaleza humana. Los mensajes llamando a la responsabilidad y a la solidaridad merecían un encogimiento de hombros, cuando no algunos comentarios irónicos". A mediados de diciembre, en la sala de prensa de la Santa Sede, el empresario de 72 años, sentado entre los prelados, relató una vida pasada que aún le deja un nudo en la garganta. "En las trincheras -recuerda, dejando vagar la mirada como atrapado en sus recuerdos- se vivía la peor condición humana posible: no había más que miedo, miedo, miedo… y luego la muerte".
Vito Alfieri Fontana fue traficante de armas de 1977 a 1993, dirigió Tecnovar Italiana y ASA, dos empresas productoras de armas para los sectores militar y civil. El empresario tuvo sus dudas, pero solo fueron pasajeras. "Las cuestiones morales afloraron, pero desaparecieron con el pensamiento de que si yo no hubiera fabricado esas armas, otro lo habría hecho", confiesa.
Pero un grano de arena empezó a colarse en el mecanismo, haciéndolo crujir. Con el tiempo, a la conciencia del empresario se unieron las preguntas de sus hijos, la opinión pública y sus encuentros con Don Tonino Bello, un carismático obispo italiano comprometido con la paz, cuya historia recoge sus contundentes intervenciones contra la Guerra del Golfo.
"Lo que antes era normal se convirtió en una carga para mí, y cambié mi vida intentando hacer algo al respecto", afirma.
A partir de 1999, dirigió programas de desminado en Kosovo, luego Yugoslavia y Bosnia-Herzegovina, trabajando con ONG. También se ha convertido en experto en proyectos innovadores de desminado para la Unión Europea.
El contacto con la realidad no estuvo exento de sobresaltos. "Sales de una burbuja privilegiada en la que vive el 1% de la población que produce, controla y distribuye armas, y entras en un mundo que nunca esperaste encontrar. Un mundo en el que miles de millones de personas quieren y esperan vivir y convivir en paz", subraya en apoyo al mensaje del Papa para el 1 de enero de 2025.
En él, Francisco pide que una parte del presupuesto para armamento se reoriente hacia la lucha contra el hambre.
La locura de las minas en Ucrania
Ante los periodistas, Vito Alfieri Fontana expresó su determinación de continuar a pesar de los conflictos que se recrudecen en todos los bandos, y en un momento en que Estados Unidos acaba de suministrar minas antipersona a Kiev.
"Los ucranianos tendrán que perder 20 años de su vida, de su tiempo, y al menos 200 desminadores morirán -estos son los índices de incidentes- por esta locura", repite indignado. Continúa denunciando "el juego de la pequeña minoría que gestiona y alimenta los conflictos para sus propios fines".
"Plantaron esas minas y vamos a quitarlas", afirma el converso, que se ha convertido en un ardiente protagonista de la seguridad de la población. "No es una empresa desesperada, lleva tiempo, pero una nación puede recuperarse".
Y si de algo está convencido Vito Alfieri Fontana es de que los pueblos que salen de la guerra no deben estar en deuda con los desminadores. "Rara vez nos han dado las gracias a mis colegas y a mí. Las personas afectadas por la guerra […] no creen estar recibiendo una ayuda fraternal, sino que exigen una reparación por el dolor innecesario al que han sido sometidas", analiza.
"¿Qué deudas pueden tener con el resto del mundo las personas afectadas por la guerra, el hambre y la explotación? Creo que debemos pensar como el Papa y sentirnos en deuda", concluye.