Literalmente "por la ciudad de Roma y por el mundo", la fórmula latina "Urbi et Orbi" expresa el hecho de que el Papa actúa a la vez como Obispo de Roma, dirigiéndose a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro (Urbi), y como pastor universal, dirigiéndose a los católicos de todo el mundo (Orbi). Esta es la única bendición que recae sobre los fieles, aunque no estén físicamente presentes, a quienes se les invita a unirse a la bendición mediante la oración, en comunión de espíritu con el Papa.
Esta oración puede ser apoyada por la retransmisión en directo de la ceremonia por los medios de comunicación (web, televisión, radio).
¿Cuándo se da esta bendición?
Aunque la bendición Urbi et Orbi se da tradicionalmente en Pascua y Navidad, también puede pronunciarse en determinadas circunstancias excepcionales, como la elección de un nuevo Papa o la epidemia de Covid-19, que dio lugar a una bendición excepcional el 27 de marzo de 2020.
La bendición Urbi et Orbi se remonta al siglo XIII y fue desarrollada por el Papa Gregorio X. A lo largo de los siglos, ya se ha impartido desde las basílicas de San Juan de Letrán y Santa María la Mayor
Indulgencia plenaria
Esta bendición concede a los fieles la indulgencia plenaria, estén o no físicamente presentes. La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal debida por pecados cuya culpa ya ha sido borrada. Por tanto, no sustituye al sacramento de la reconciliación.
El perdón de los pecados conlleva la remisión de las penas eternas del pecado (privación de la vida eterna), pero no de las penas temporales (que conllevan una estancia más o menos larga en el purgatorio), que pueden ser redimidas mediante actos de fe y caridad, o mediante una indulgencia.
Se dice que una indulgencia es parcial o plenaria, según libere parcial o totalmente de la pena temporal. Beneficiarse de una indulgencia compromete al fiel, que debe estar dispuesto y cumplir con ciertas condiciones establecidas en la Constitución Apostólica Indulgentiarum doctrina del Papa Pablo VI (1 de enero de 1967).