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A Xavi Argemí le encantan los perros, las gallinas, su jardín, las series de televisión y las nuevas tecnologías. Y más aún, ama al Barça, el prestigioso club de fútbol español donde los jugadores que más quería eran Lionel Messi, Xavi e Iniesta. Recuerda con emoción la llamada que recibió de Pep Guardiola, el emblemático entrenador del club, para animarle a seguir con su enfermedad: hablar con el hombre que le había "dado tantas tardes espléndidas" fue una gran alegría. Cuando uno está confinado en una silla de ruedas el resto del día, sin nada que mover salvo los músculos de las manos, necesita un poco de compensación.
El menor de 9 hermanos, Xavi tenía 4 años cuando le diagnosticaron implacablemente la enfermedad, y 10 cuando empezó a darse cuenta de su gravedad. Con el paso de los años, su salud se deterioró hasta el punto de no poder moverse libremente. Lo más difícil, dice con la espontaneidad que le caracteriza, "fue tener que alimentarme a través de una sonda y renunciar a las ruidosas y alegres comidas familiares. Aunque en los últimos años he recuperado la capacidad de comer alimentos fáciles de tragar, como sopa o una yema de huevo con patatas". Recientemente ha tenido que dar un paso que le ha costado aún más: estar conectado a un respirador durante el día.
Lo auténtico, nada más que lo auténtico
Abandonar ha sido la historia de su vida durante casi treinta años. Pero Xavi ha decidido sacar lo mejor de sí mismo. En su libro Aprendre a morir per poder viure, escrito originalmente en catalán en 2020 y traducido ahora al español (Aprender a morir para poder vivir), al inglés y francés, nos cuenta con sencillez lo que le ayuda a seguir adelante: el amor de su familia -que está claramente muy unida-, la gratitud, la apertura a los demás, el humor y la humildad para pedir ayuda sin hacer aspavientos.
Su credo es no agotarse luchando contra lo que no puede cambiar, sino centrarse en todo aquello por lo que aún tiene que vivir. Xavi insiste en que esta aceptación, que le hace "más libre", es una decisión que hay que renovar cada día. ¿Cómo acostumbrarse a no poder hacer nada como los demás? "Intento vivir el presente", dice, "sin proyectarme demasiado en el futuro". Sus padres, muy comprensivos, siempre han jugado limpio con él, diciéndole la verdad sobre su enfermedad y enseñándole a no tener miedo a la muerte. Al hacerlo, escribe, "al enseñarme a morir bien, me enseñaron a intentar vivir la vida plenamente".
La fe colgada del hombro
¿Cómo es esta vida, una vida que algunos dirían que no merece la pena vivir? Xavi y sus allegados han hecho todo lo posible para que sea lo más normal posible. El joven ha seguido un sistema de escolarización convencional y ha completado sus estudios universitarios "a distancia", lo que le permitirá obtener un diploma multimedia (diseño gráfico, programación web, animación o edición de vídeo) en 2021. Ahora trabaja como autónomo, principalmente en diseño gráfico.
Por lo demás, aparte de su familia, sus pilares son los amigos que dan color a su vida: amigos de la infancia en su mayoría, con los que ha pasado "veladas memorables" entre buenas comidas y juegos de mesa.
Y, por supuesto, su fe, que vive como todo lo demás: con gran sencillez. "Me ayuda enormemente", confiesa.
"Creo en la vida después de la muerte. En cuanto al sufrimiento, creo que el mío no es nada comparado con la injusta y dolorosa muerte de Jesús en la cruz. Y creo que el sufrimiento no es en vano, porque Él ha resucitado".