Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un sencillo hombre nacido en Cuautitlán, en el actual Estado de México, fue el vidente elegido por María santísima para enviar un mensaje al obispo fray Juan de Zumárraga, aquel lejano año de 1531.
Escogido por María santísima
Narra el Nican Mopohua, antiguo escrito redactado Antonio Valeriano, que después de esta primera aparición, él, como "humilde siervo" fue pronto a cumplir el mandado de la Señora del Cielo, sin embargo, el obispo no le creyó.
Al día siguiente, la santísima Virgen lo estaba esperando donde la vio la primera vez. El indito le contó su triste experiencia y solicitó que enviara "a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado" argumentando lo siguiente:
"Yo soy un hombrecillo, soy cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y Tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro. Perdóname que te cause gran pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía" .
Dios elige a los pequeños
En una ocasión, el Señor Jesús manifestó que era la voluntad de su Padre elegir a los pequeños:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños (Mt 11, 25).
Por eso, Santa María de Guadalupe responde con dulce firmeza:
"Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; per es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo".
Una vida sencilla
Conocemos el final de la historia: Juan Dieguito llevó al obispo como prueba una bellas rosas envueltas en su tilma, pero cuando la desplegó ante él y otros testigos, la hermosa imagen de santa María de Guadalupe -nombre revelado a Juan Bernardino, su tío- quedó plasmada en el ayate.
Entonces se cumplió la voluntad de nuestra Señora y le fue construido un templo, donde se depositó su sagrada imagen. Explica Mons. Eduardo Chávez, postulador de la causa de canonización de Juan Diego en la página de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, que gozaba de fama de "Varón Santo".
Además, Fray Juan de Zumárraga lo estimaba mucho y le permitió levantar una choza junto al templo para acompañar el resto de sus días a su amada Señora. Y así, fue, dejando sus tierras y casas a cargo de su tío Juan Bernardino, permaneció sirviendo en el templo, barriéndolo - tarea considerada como un honor- y platicando a quien le preguntase, el prodigioso acontecimiento guadalupano de las apariciones y la imagen de la Madre de Dios.
Pidamos a Dios la sencillez y la intercesión de San Juan Diego.