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Se ha estrenado en Netflix La lección de piano, en la que participa en distintas labores la familia de Denzel Washington al completo. Basada en la obra teatral de August Wilson, merecedora del Premio Pulitzer, The Piano Lesson es una película que, mediante el trabajo de unos pocos personajes, explora diversos temas: descendencia, racismo y esclavitud, instrumentos simbólicos, fantasmas y legados familiares y el peso del pasado.
Durante el prólogo vemos cómo unos cuantos hombres negros sacan un piano de la majestuosa casa de unos hombres blancos mientras la gente está entretenida con los festejos del 4 de julio de 1911. Lo cargan en un carromato y huyen en mitad de la noche. Uno de ellos se queda para que el dueño no note nada raro. Poco después lo acabarán asesinando. El propietario se llama James Sutter.
La acción se traslada a 1936, es decir, 25 años después de aquel suceso, cuando Boy Willie (John David Washington) y su colega Lymon (Ray Fisher) llegan a Pittsburgh en busca de la casa de la hermana del primero, Berniece (Danielle Deadwyler), quien vive junto a su hija y su tío, Doaker (Samuel L. Jackson). Berniece es una viuda bajo cuyo techo se encuentra el piano del prólogo. Mientras saca adelante a la familia, Avery Brown (Corey Hawkins), un predicador, trata de casarse con ella.
Boy Willie aparece contando que el antiguo propietario del piano, Sutter, ha sido asesinado. Su muerte coincide con el relato, tanto de Doaker como de Berniece: juran haber visto su fantasma rondando por la casa, algo que los demás no creen. Dado que las tierras de Sutter están en venta, Willie busca dinero para comprarlas y pretende que vendan el piano para reunir la cantidad necesaria.
Es entonces cuando se producen las discusiones y las controversias. Berniece solo quiere mirar al pasado: se niega a vender el piano porque simboliza el legado familiar y la lucha y el sacrificio de su padre y de su madre (el padre de los hermanos fue el hombre que aquella noche se quedó en la casa de Sutter). Boy Willie prefiere que el piano sirva para algo útil y práctico, ya que nadie toca sus teclas, y la venta puede garantizar su futuro y su prosperidad.
De fantasmas, bendiciones y el poder de Dios
Mientras los personajes van y vienen, entran y salen, la mujer trata de convencer al pastor para que bendiga la casa: es la única manera de alejar al fantasma de Sutter. Sin embargo Avery tiene otra idea para resolver el problema y demostrar el poder del Señor. Le dice a Berniece: “Dios no pregunta qué has hecho. Dios pregunta qué harás”. Hasta el minuto 45 no conoceremos la importancia del instrumento. La historia nos la desvela Doaker: “Para entender este piano, hay que volver a la esclavitud. Nuestra familia era propiedad de un tal Robert Sutter”.
La lección de piano es una película que, durante 2 horas, habla de cómo mantenernos sujetos al pasado por un objeto que simboliza la sangre, el sacrificio y la herencia familiar. Nos habla de cómo los descendientes de esclavos compaginaban el catolicismo con la tradición religiosa de sus ancestros, lo que les sirve de puente entre los vivos y los muertos sin renunciar a su fe.
A Berniece la vemos con un crucifijo colgado al cuello, pero también obsesionada con que el espíritu es real y no una invención de su mente. Todos estos vaivenes entre pasado y futuro, entre amos y esclavos, entre la visión práctica y la visión teórica, y sobre todo la lección en torno a la necesidad de salvaguardar la memoria familiar, van calando en el espectador.
Decíamos al principio que se trata de un filme hecho en familia, la de los Washington: producen Denzel y su hija Katia; dirige su hijo Malcolm; protagoniza su hijo John David; y, en breves cameos, aparecen su hija Olivia y su mujer Pauletta.
Algunos miembros del reparto ya habían actuado en la adaptación teatral de Broadway, lo que les deparó premios y nominaciones en varios de los galardones más prestigiosos del país.
Aunque todos los intérpretes brillan con luz propia, son los dos hermanos los que transmiten más fuerza en sus papeles: Danielle Deadwyler y John David Washington, quien ha heredado de su padre el carisma, la energía y una cadencia en la declamación que lo convierten en uno de los actores contemporáneos con más futuro.