¿Cómo ayudar a una persona que se está muriendo? Jacinto Bátiz, director del Instituto para Cuidar Mejor del Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, ofrece respuestas.
Él ha pasado toda su vida proporcionando cuidados paliativos a enfermos terminales en el Hospital San Juan de Dios de Santurce.
Ten en cuenta su estructura biológica, pero también su dimensión emocional, social y espiritual. Además de aliviar dolores y síntomas, ofrece compañía.
2Permitirle expresar sus sentimientos
Acoge los pensamientos y emociones de esa persona sin interrumpirla. Tal vez necesite desahogar su miedo, o respuestas realistas a algunas preguntas.
3Permitirle participar en las decisiones sobre sus cuidados
Sin paternalismo ni obstinación autonomista. Deliberad juntos las decisiones a tomar. Ayuda dejar por escrito cómo queremos ser cuidados al final de la vida, o, al menos, expresárselo a quienes nos cuiden en ese momento.
4No dejarle morir solo
Bátiz invita a respetar la soledad buscada y liberar de una soledad obligada. La compañía reconforta, evita que la persona se sienta abandonada. Para ello las familias necesitan un reajuste familiar, tiempo y dinero.
5No engañar
La persona tiene derecho a saber lo que le ocurre, a tomar decisiones y a que se respete su dignidad.
Hay que comunicar, de forma gradual y partiendo de lo que saben, la verdad que puedan comprender, asumir y aceptar. Y prestar atención a su reacción psicológica.
6No juzgar
Más que consejos, una persona que va a morir necesita compañía y escucha.
7Comprender y ayudar a afrontar la muerte
Acércate a sus necesidades, conócelas, compréndelas y responde a ellas. Fórmate en cuidados paliativos para evitar el abandono, la autosuficiencia y el miedo.
8Cuidar al otro como a ti te gustaría que te cuidaran
Esta regla sirve para cualquier situación, pero en la enfermedad y las situaciones de alta vulnerabilidad, duele más la falta de empatía y compasión.
9No adelantar intencionadamente la muerte
Puedes buscar eliminar el dolor pero no a quien lo está sufriendo. Tampoco caer en el otro extremo con tratamientos desproporcionados.
10Cuidar a la familia para aliviar la pena
Saber que la persona ha fallecido con dignidad y paz evita duelos enfermizos.
En relación con el punto 9, Bátiz destaca que la sedación terminal es una buena práctica médica.
Algunos se preguntan si es una eutanasia encubierta, que los enfermos en fase terminal sean sedados poco antes de morir y viven inconscientes el final de su vida y su muerte.
Según Bátiz, en sí misma, la sedación “es un recurso terapéutico neutro más y por tanto éticamente neutro”.
“Es el fin que buscamos con la sedación la medida para tasar el acto como ético o no”, añade, en un artículo publicado recientemente en el portal Medicos y pacientes.
Bátiz aclara que este recurso solo es aceptable cuando la dosis de fármacos se ajusta al alivio de los síntomas refractarios.
Sería una mala praxis que ese tratamiento buscara anticipar la muerte, añade. La frontera entre sedación paliativa y eutanasia, continúa el experto, “se encuentra en la intención, en el procedimiento, y en el resultado”.
Bátiz considera incluso un deber deontológico del médico abordar con decisión la sedación paliativa de un enfermo con un sufrimiento refractario. “Incluso cuando de ese tratamiento se pudiera derivar, como efecto secundario, una anticipación no deseada de la muerte”, afirma.
Se considera sufrimiento refractario el que no puede ser adecuadamente controlado a pesar de los intensos esfuerzos para hallar un tratamiento tolerable en un plazo de tiempo razonable, sin que comprometa la conciencia del paciente.
Esa decisión, añade Bátiz, debe ser bien sopesada por el enfermo, su familia y el equipo asistencial.
“Cuando el médico seda al enfermo que se encuentra sufriendo en fase terminal y lo hace con criterios clínicos y éticos no está provocando su muerte -concluye-; está evitando que sufra mientras se muere”.